Jarndyce and Jarndyce es un caso legal, de ficción, de la novela Bleak House, de Charles Dickens. A lo largo de toda la novela se hace referencia al caso y es un elemento central del argumento.
Dickens
se refiere a él como el caso "Jarndyce
and Jarndyce. La v en el título (Jarndyce
v Jarndyce) es la abreviación del latín versus,
pero normalmente se pronuncia “and”.
"Jarndyce
and Jarndyce" se ha convertido en el epítome y la metáfora de
procedimientos legales interminables.
A continuación una explicación del argumento, de algunos casos reales de juicios que duraron una
eternidad, y un link para leer el
pensamiento de un abogado sobre los juicios (en inglés).
Argumento
Jarndyce
v Jarndyce se refiere al destino de una gran herencia. El caso
se había prolongado por varias generaciones antes de la acción de la novela, de
manera que cuando es resuelto, al final, los costos legales han devorado todas
las propiedades. Dickens usó esto
para atacar el sistema legal de Inglaterra
como totalmente inútil.
Todos los personajes principales están conectados de
alguna manera a través del caso, aunque los procedimientos legales aparecen
solo como al fondo del argumento. Además de los abogados litigantes cada uno de
los personajes, que se asocian al caso de manera directa, sufre algún destino
trágico. Miss Flite hace tiempo que
se ha vuelto loca cuando comienza la narración. Richard Carstone muere tratando de ganar una herencia, después de
pasar mucho tiempo distraído por la noción que no puede hacer otra cosa. John Jarndyce, en contraste, encuentra
todo el proceso tan cansador que trata de saber lo menos posible.Dickens, 1858
Dickens
introduce el caso en el primer capítulo en términos de inefectividad:
… Jarndyce and
Jarndyce se arrastra. Este espanto de caso se ha convertido en tan
complicado que ningún hombre con vida sabe lo que significa. Las partes
entienden menos…
El final del caso reduce a toda la corte a ataques
de risa. Del capítulo 65:
Le preguntamos a un caballero de qué caso se
trataba. Nos contestó Jarndyce and
Jarndyce. Le preguntamos que qué sucedía. Dijo que no sabía, nadie nunca
sabía, pero de acuerdo a lo que pudo enterarse, había terminado. ¿Terminado por
el día? Preguntamos. No —contestó —terminado para siempre.
¡Terminado para siempre!
Al oír aquella respuesta inexplicable nos miramos el
uno al otro totalmente confusos.
¿Sería posible que el testamento hubiera servido
para poner, en fin, las cosas en orden y que Richard y Ada fueran a ser ricos? Parecía demasiado bueno para ser
verdad. ¡Por desgracia, lo era!
Nuestra curiosidad duró poco, pues la multitud
empezó pronto a disolverse, y la gente salió a toda prisa, con aspecto
acalorado y excitado, y con ellos salió mucho aire rancio.
Pero todos seguían muy divertidos, más bien como
gente que sale de ver una comedia o un prestidigitador que de un Tribunal de
Justicia. Nos hicimos a un lado en busca de una cara conocida, y al cabo de un
momento empezaron a salir grandes montones de papeles: montones metidos en
sacas, montones demasiado grandes para caber en sacas, masas inmensas de
papeles de todas las formas y sin forma, que hacían encorvarse bajo su peso a
quienes los portaban, los cuales los tiraban, al menos de momento, al piso del Hall,
mientras volvían a sacar más. Hasta aquellos pasantes iban riéndose. Miramos
los papeles y al ver que todos ellos iban encabezados Jarndyce y Jarndyce preguntamos a alguien con aspecto oficial, que
estaba en medio de ellos, si había terminado la causa. —Sí —dijo—, ¡por fin ha
terminado todo! —y también él rompió en carcajadas.
En aquel momento vimos al señor Kenge, que salía del Tribunal, con un aire de dignidad
afable, mientras escuchaba al señor
Vholes, que le hablaba en tono deferente y llevaba su propia saca. El señor Vholes fue el primero que nos vio.
—Aquí está la señorita Summerson,
señor mío —dijo —. Y el señor Woodcourt.
— ¡Es cierto! Sí. ¡Claro! —dijo el señor Kenge, que se levantó el sombrero
al verme,
Con gran cortesía dijo, — ¿Cómo están ustedes? Me
alegro de verlos. ¿No ha venido el señor?
—Jarndyce?...
—Señor Kenge
—intervino Allan, que pareció
comprenderlo de golpe—, mil perdones. Tenemos prisa. ¿He de entender que toda
la herencia queda absorbida por las costas?
— ¡Jem! Eso creo —respondió el señor Kenge—. Señor Vholes,
¿qué dice usted?
—Eso creo —dijo el señor Vholes.
— ¿De modo que el pleito desaparece y se desvanece?
—Probablemente —dijo el señor Kenge—. ¿Señor Vholes?
—Probablemente —dijo el señor Vholes…
Casos
de la vida real
En el Prefacio de Bleak House, Dickens cita dos casos como inspiración especial:
“Hasta el presente (agosto de 1853) hay un caso ante
la corte que fue comenzado hace casi veinte años atrás, en el cual de treinta a
cuarenta abogados se conoce que aparecieron en su momento, en los cuales los
costos se han elevado a la suma de setenta mil libras, lo cual es un caso
amigable, y el cual (me aseguran) no está más cerca de su terminación que
cuando empezó.”
Hay otro caso bien conocido en Chancery, aún sin decidir, que fue comenzado antes del cierre del
siglo pasado y en el cual más del doble de la cifra de setenta mil libras ha
sido consumida por los costos.
Basados en una carta de Dickens de 1853, el primero de estos casos ha sido identificado
como la disputa sobre el testamento de Charles
Day, un fabricante de botas que muriera en 1836. Los procedimientos
empezaron en 1837 y no concluyeron hasta al menos 1854. El segundo de estos
casos es generalmente identificado como la disputa sobre el testamento William Jennens. Jennens v Jennens
comenzó en 1798 y fue abandonado en 1915 (¡117 años después!) cuando los
honorarios legales habían agotado los fondos; así había estado en curso por 55
años cuando Bleak House fue
publicada.
Para
saber
Court
of Chancery era una corte en Inglaterra y Gales que seguía un conjunto de reglamentos algo
desconectados para evitar la lentitud de los cambios y la dureza de la Common Law.
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Recursos
Jarndyce
Vs. Jarndyce, Daniel
Krotz gives an interesting look on Bleak
House, lawyers, and… life.
Si tenés tiempo leé el artículo escrito por un
abogado. Bleak House trata sobre un
caso legal que se eterniza, comiendo todos los recursos y bienes de la herencia
en cuestión. Una de las frases que quedaron en mi mente: “suponemos que cuando
empieza un juicio estamos entrando en una fase racional”.
Referencias
Jarndyce and
Jarndyce. Wikipedia.
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