Daniel Greene entrevista a la doctora Ruth Gruber, quién cuenta su experiencia escoltando a los refugiados judíos de vuelta a los campos de concentración después de intentar migrar a Palestina en el Exodus 1947. Gruber habla sobre entrar al Exodus y ver a hombres fuertemente armados, y mujeres con niños en brazos, en medio de la oscuridad, dispuestos a resistir.
Abajo fotos del Exodus
1947 y de Hitler con dignatarios
de la iglesia.
Recuerdo que mandé un cable al Herald contando que parecía una caja de fósforos rota por un rompe nueces. Todo un puente había desaparecido. Podías ver a las madres buscando a sus niños o a los chicos corriendo en busca de sus padres…
Interview with Ruth Gruber
—Sentía que tenía que sacudir al mundo diciéndoles:
¡Despierten! Miren lo que le está pasando a esta gente que ha sufrido tanto.
¡Miren lo que les está pasando a estos judíos, los judíos del Exodus!
—Ruth Gruber ha sido testigo de la historia. Vio
desarrollarse los planes de Hitler. Cubriendo la Segunda Guerra Mundial
acompañó a un grupo de sobrevivientes del Holocausto a Nueva York. Cubrió el
viaje del Exodus, con casi 4.500 judíos, tratando de llegar a Palestina.
—Amaba la cultura alemana. Por lo que gané una beca
para el departamento de alemán en Madison, Wisconsin. De allí fui a Alemania
por un año. Y vi a Hitler acceder al poder.
—Él había aprendido a unir a diferentes segmentos de la población, diciéndoles que los judíos eran sus enemigos y que Estados Unidos era el demonio. Aun hoy puedo sentir la histeria de ese día. Y todavía siento esa voz. Era una voz histérica, horrible.
Cuando regresé a norteamérica me decían: ¿Por qué te
preocupas por este hombre? Desaparecerá en un año. Incluso los judíos alemanes
sentían lo mismo. Este lunático les estaba prometiendo de todo a cada grupo.
¡Cuán equivocados estaban! Y si lo oías y lo veías te dabas cuenta que no era
un payaso. Este era un futuro dictador, que sabía cómo ganarse a la gente.
Cuando la guerra terminó la gente pensó que los
judíos que habían sobrevivido al Holocausto saldrían de Auschwitz, y Bergen
Belsen, y vivirían felices por siempre. Eso no es lo que pasó. Los que
sobrevivieron volvieron a casa, pero todos estaban muertos y sabían que ya no
podían vivir en esos pueblos, en los que habían crecido.
Estábamos en Jerusalén cuando supimos que un barco
llamado Exodus 1947 había sido atacado por 4 destructores británicos. Recuerdo
que mandé un cable al Herald contando que parecía una caja de fósforos rota por
un rompe nueces. Todo un puente había desaparecido. Podías ver a las madres
buscando a sus niños o a los chicos corriendo en busca de sus padres.
El parlamento británico debatía que hacer con ellos.
Hacía mucho calor, 40° centígrados. Después de 18 días en ese terrible calor
llegaron noticias que los judíos del Exodus iban a regresar a Alemania. El mundo
se escandalizó. Llegaron reporteros de Japón, China, de Sud América. Y en el
día 18 el cónsul británico nos dijo: “Vamos a llevar a tres reporteros.”
Decidieron que yo representaría a toda la prensa
norteamericana. ¡Pienso que se arrepintieron toda su vida!
Entonces trepé hasta la parte más alta del puente y
cuando me vieron llegar, hombres jóvenes, fuertemente armados, que se veían
completamente diferentes de lo que se veían en el ´46, que se veían como
esqueletos, ellos izaron una bandera. Habían pintado una esvástica en la
bandera británica. Me di cuenta que era una bandera histórica porque en esta
miserable situación ellos habían visto la forma de desafiar a todo el mundo.
Me dijeron: “Vaya abajo y vea a nuestra Auschwitz
flotante.”
Y cuando fui abajo era terrible. Era como una escena
del Infierno de Dante. Podías ver a hombres medio desnudos, a mujeres con
bebés. Y cuando vieron que era norteamericana, judía, alguien que hablaba su
idioma, empezaron a gritar los teléfonos.
¡Mamá está en Chicago! ¡Mi hermana está en Detroit!
Llámelas por teléfono. ¡Dígales que estamos vivas! Me dieron papelitos. Y
prometí que llamaría a sus familias, y lo hice cuando volví. Me dijeron:
— ¡Saque fotos! ¡Muéstrele al mundo como nos han
tratado, en esta obscuridad!
Y comencé a tomar fotos. No sabía cómo porque no se
veía nada. La única luz venía de una pequeña ventana. Pensé que ninguna de las
fotos saldría, y, para mi sorpresa, todas salieron. Era la luz justa… (17 de
enero, 2.008. Voices
of antisemitism.)
Gruber fue la primera periodista en entrar al nuevo reino de Jordán
Su vida
Ruth
Gruber (1911 –2016) Nacida en Brooklyn de inmigrantes judíos
rusos, recibió un doctorado de la Universidad de Colonia en Alemania, que fue otorgado por su disertación, en
alemán, sobre Virginia
Woolf. Fue periodista, fotógrafa, escritora y trabajó para el
gobierno de los Estados Unidos.
En la década de 1930, se estableció como periodista
escribiendo sobre mujeres bajo el fascismo y el comunismo, viajando hasta el Ártico soviético. También sirvió dos
años en Alaska como representante de
campo del Departamento del Interior de
Estados Unidos. Mientras la Segunda
Guerra Mundial asolaba a Europa,
Gruber volvió su atención a la crisis
de los refugiados judíos, escoltando a 1.000 refugiados de Italia a los Estados Unidos y
escribiendo sus historias. Fue testigo de la escena en el puerto de Haifa cuando a los sobrevivientes del Holocausto en el barco Exodus 1947 se les negó la entrada a Palestina, y documentó su deportación de vuelta a Alemania.
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