Not Under Forty es un ensayo de Willa Cather, la autora de O Pioneer! y My Ántonia. Cather está en el sur de Francia (en Aix-les-Bains) donde se encuentra con una anciana que llama su atención. Es muy distinguida y habla inglés. La música, la ópera, es uno de los temas que comparten y la anciana le recomienda que no se pierda la orquesta del lugar. Cather menciona el hotel en el que alojan, Grand-Hôtel d'Aix, que forma parte de un conjunto de hoteles que se construyó en el lugar durante la Belle Époque. Imperdible lectura de la gran autora norteamericana que narra el encuentro con… Esta es la primera parte.
Aix-les-Baines |
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Sucedió en Aix-les-Bains, uno de los lugares más
agradables del mundo. Me alojaba en el Grand-Hôtel d'Aix. El hotel fue
construido para los viajeros de hace cuarenta años, a quienes les gustaban las
habitaciones y baños grandes y la tranquilidad.
En el comedor veía a menudo, en una mesa no lejos de
la mía, a una anciana francesa que solía almorzar y cenar sola. Parecía muy
vieja, de más de ochenta años, y algo débil, aunque en absoluto marchita ni
encogida. Lo que más llamaba la atención era su hermosa cabeza, tan bien
colocada sobre los hombros y de hermosa forma, que recordaba algunos de los
retratos de bustos de damas romanas. Su frente era baja y recta, su nariz
formaba el ángulo correcto y había algo bastante hermoso en sus sienes, algo
que rara vez se ve.
Mientras la veía entrar y salir del comedor observé
que estaba un poco coja y que lo ignoraba por completo: caminaba con paso
rápido y corto y con gran impaciencia, con los hombros bien echados hacia
atrás. Se veía que era desdeñosamente intolerante con las limitaciones de la
vejez. Al pasar junto a mi mesa, a menudo me lanzaba una mirada penetrante y una
media sonrisa (sus ojos eran extremadamente brillantes y claros), como si
estuviera a punto de hablar.
Varias veces a primera hora de la mañana la vi salir
del hotel en su coche, y cada vez su chófer bajaba y colocaba en el coche una
silla de campaña, un caballete, lienzos y cajas de colores atados entre sí.
Luego se dirigían hacia las montañas. Una anciana valiente, sin duda, para ir a
dibujar con aquel tiempo tan caluroso, porque estábamos a finales de agosto de
1930, una de las estaciones más calurosas que Aix-les-Bains había conocido
jamás. Todas las noches, después de cenar, la anciana desaparecía en el
ascensor y se iba a sus habitaciones. Pero a menudo reaparecía más tarde,
vestida para la ópera, y salía acompañada de su doncella.
Una noche la encontré fumando un cigarrillo en el
salón donde yo había ido a escribir cartas. Era una noche muy calurosa y todas
las ventanas estaban abiertas. Al verla ajustarse el chal de encaje sobre los
hombros, fui a cerrar uno de ellos. Luego me habló en un inglés excelente:
—Creo que la corriente de aire sale del comedor. Si
le pides al chico que cierre las puertas, no sentiremos el aire.
Encontré al muchacho y cerró las puertas. Cuando
regresé, la anciana me dio las gracias, me indicó una silla a su lado y me
preguntó si tenía tiempo para fumar un cigarrillo.
— ¿Vas a parar en Aix por algún tiempo? —preguntó
mientras me sentaba.
Respondí que sí.
— ¿Te gusta entonces? ¿Estás tomando una cura? ¿Has
estado aquí antes?
No, no estaba tomando una cura. Había estado aquí
antes y había regresado simplemente porque me gustaba el lugar.
—Creo que ha cambiado menos que la mayoría de los
lugares —comentó —. Vengo aquí desde hace treinta y cinco años. Además,
disfruto de la música aquí. Vivo en el Sur, en Antibes. ¿Vas al Grand-Cercle? ¿Viste
la actuación de Tristán e Isolda anoche?
No la había visto. Le dije que la noche me había
parecido demasiado calurosa para sentarme en un teatro.
—Pero allí no hacía más calor que en cualquier otro
lugar. No me sentí incómoda.
Había una reprimenda en su tono, y agregué la excusa
adicional de que había pensado que los protagonistas probablemente no serían
muy buenos y que me gustaba escuchar esa ópera bien cantada.
—Estuvo bastante bien —declaró —.Con Wagner no me
importan tanto las voces. Lo que voy a escuchar es la orquesta. Anoche el
director fue Albert Wolff, uno de nuestros mejores maestros.
Le dije que lamentaba haberme perdido la ópera.
— ¿Irás a su concierto de música clásica mañana por
la tarde? Ofrecerá una magnífica interpretación de La Valse de Ravel... si te
interesa la música moderna.
Me apresuré a decir que tenía intención de ir.
— ¿Pero reservaste asientos? ¿No? Entonces te
aconsejo que lo hágas inmediatamente. Lo mejor aquí es disponer de plazas para
todas las representaciones. No es necesario ir a todas, por supuesto, pero es lo
mejor. Por las noches no hay mucho más que hacer, salvo jugar en las mesas.
Además, ya casi estamos en septiembre, los días están acortándose y hace falta
ir al teatro. La anciana se detuvo, frunció el ceño e hizo un gesto de
impaciencia con su interesantísima mano.
— ¿Qué debería haber dicho entonces? “Lowering” no
es la palabra, pero rara vez tengo la oportunidad de hablar inglés.
—Se podría decir “the days are growing shorter”,
pero creo que “lowering” es una muy buena palabra.
Hablamos un poco más en esa primera ocasión. Me
preguntó si había estado en Chamonix, y me aconsejó que fuera a un lugar cerca
de Sallanches, donde había estado visitando a unos amigos en su camino a Aix-les-Bains…
(Not Under Forty,
Willa Cather. Traducción propia)
Grand-Hôtel d'Aix
Entre otros grandes edificios de Aix-les-Bains, no pueden faltar los
hoteles de lujo. Sin embargo, ahora son vestigios de la Belle Époque y en su mayoría se han convertido en viviendas
colectivas. Mantienen, sin embargo, sus impresionantes fachadas exteriores así
como sus magistrales entradas, adornadas con la mayoría de los toldos de la
época y con marquesinas de hierro forjado. Estos palacios son el Beau-site, el Grand Hotel, el Bernascon, el Splendide, el Royal y el Mirabeau, etc. Por no hablar del Astoria, que es el único gran hotel
todavía en funcionamiento. Los grandes proyectos hoteleros se multiplicaron en Aix-les-Bains entre 1883 y 1914. El Gran Hotel (1858) fue construido por
C-B Pellegrini con un anexo "Les Ambassadeurs" en 1877.
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