Un
escándalo, de Anton
Chekhov, fue publicada en 1917 en el libro de cuentos The Lady With The Dog and Other Stories
Mashenka Pavletsky, una
joven que acababa de terminar sus estudios en una escuela privada, retornaba de
una caminata a la casa de los Kushkins, con quienes estaba viviendo como
gobernanta, encontró la casa en un terrible alboroto. Mihailo, el portero quién
le abrió la puerta, estaba nervioso y rojo como un cangrejo.
Gritos se escuchaban
desde la parte de arriba.
“Madam Kushkin está en
una crisis, o ha peleado con su esposo”, pensó Mashenka.
En el hall y en el
corredor encontró las sirvientas. Una de ellas estaba llorando. Luego Mashenka
vio, saliendo de su cuarto, al dueño de casa en persona, Nikolay Sergeitch, un
pequeño hombre con una cara fofa y su calvicie, aunque no era viejo. Estaba
rojo y temblaba en extremo. Pasó al lado de la gobernanta sin darse cuenta de
ella, y levantando sus brazos exclamó:
— ¡Qué horrible! ¡Qué
poco tacto! ¡Qué estúpido! ¡Qué bárbaro! ¡Abominable!
Mashenka fue a su
habitación y, por primera vez en su vida, experimentó el sentimiento que es tan
familiar a todas las personas en posiciones dependientes, que comen el pan de
los ricos y poderosos, y no pueden hablar. Había una búsqueda en su cuarto. La
señora de la casa, Fedosya Vassilyevna, una morruda y vulgar mujer con gruesas
cejas, un apenas perceptible bigote y manos rojas, exactamente como una simple
cocinera en cara y maneras, estaba parada, sin su gorro, en la mesa, volviendo
a poner en el bolso de Mashenka ovillos de lana, pedazos de materiales, y
papeles… Evidentemente el arribo de la gobernanta la tomó por sorpresa, ya que
al ver el pálido rostro de la joven, se echó atrás y murmuró:
—Pardon. Yo… accidentalmente…la manga se enganchó en él…
Y diciendo algo más Madam
Kushkin agarró su larga pollera y salió. Mashenka miró alrededor con asombro, e
incapaz de comprender, sin saber qué pensar, se encogió de hombros y se sintió
desesperada. ¿Qué había estado buscando Fedosya Vassilyevna en su bolso? Si
realmente había hecho caer el bolso ¿por qué Nikolay Sergeitch salió de su
habitación tan nervioso? ¿Por qué estaba un cajón de la mesa medio abierto? La
cajita en la que la gobernanta ponía diez kopecks y viejas estampillas estaba
abierta. La habían abierto pero no supieron como cerrarla, aunque rayaron la
cerradura. El armario con sus libros, las cosas en la mesa, la cama. Todo tenía
trazos de haber sido inspeccionado. La canasta también. La tela había sido
cuidadosamente doblada pero no en la forma en que lo había hecho Mashenka. La
búsqueda había sido muy cuidadosa. Pero ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué había
ocurrido? Mashenka recordó al nervioso portero, el bullicio general que todavía
seguía, la llorosa sirviente. ¿No tenía todo conexión con la búsqueda que se
había hecho en su cuarto? Mashenka se puso pálida y sintiéndose helada se
desplomó sobre su canasta.
Una sirvienta entró en su
habitación.
—Liza, ¿no sabes qué han
estado buscando en mi habitación? —preguntó la gobernanta.
—La señora perdió un broche
que vale una fortuna —contestó Liza.
—Sí, ¿pero por qué han
estado buscando en mi habitación?
—Han inspeccionado todo.
También buscaron entre mis cosas. Nos hicieron desnudar y nos examinaron… Dios
sabe, señorita, que nunca me acerqué a su mesa de luz, y menos tocar su broche.
Voy a decir lo mismo a la policía.
—Pero… ¿por qué han estado
buscando aquí? —todavía se preguntó la gobernanta.
—Se han robado un broche, le estoy diciendo. La
señora ha inspeccionado todo ella misma. Registró a Mihailo, el portero, ella
misma. ¡Qué vergüenza! Nikolay Sergeitch simplemente mira. Pero no necesita
preocuparse, señorita. No encontraron nada aquí. No tiene nada que temer.
—Pero Liza. Es insultante
—dijo Mashenka, indignada. — ¡Es tan bajo! ¿Con que derecho sospecha de mí e
inspecciona mis cosas?... (Un
escándalo, de Anton
Chekhov. Traducción y adaptación propia.)
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