miércoles, 11 de mayo de 2016

El alma del hombre

La traducción de algunos párrafos de The Soul of Man under Socialism (El alma del hombre bajo el socialismo), de Oscar Wilde. En la teoría el  socialismo venía a solucionar los problemas del hambre, la pobreza y la falta de educación; en la práctica los países socialistas se han mostrado tan injustos con la distribución de riqueza como los capitalistas. Sigue habiendo pobreza aún en estados como China y Cuba…

Más abajo la nueva China se mete cada vez más en lo rural y vende las tierras de los agricultores para satisfacer la demanda de viviendas. Entérate…

De todas maneras Oscar Wilde, al parecer socialista, lo defendía así…

 

Bajo el socialismo todo esto, por supuesto, será alterado. No va a haber personas viviendo en lugares fétidos, criando chicos enfermos y hambrientos en medio de lugares imposibles y absolutamente repulsivos. La seguridad de la sociedad no dependerá, como lo hace ahora, del estado del tiempo. Si viene una helada no vamos a tener a cientos de miles de hombres sin trabajo, caminando por las calles en un estado de miseria repulsiva, o pidiendo a sus vecinos dinero o amontonándose alrededor de puertas de refugios repulsivos para tratar de asegurar un pedazo de pan y una noche de alojamiento poco higiénico. Cada miembro de la sociedad compartirá en la prosperidad y alegría general de la sociedad y si viene una helada nadie estará peor…

Socialists in Union Square, N.Y.C. [large crowd] Photo, 1 May 1912
Socialists in Union Square

La principal ventaja que resultaría de la creación del socialismo es, sin duda, el hecho de que el socialismo nos aliviaría de esa sórdida necesidad de vivir para los demás que, en el presente estado de cosas, presiona a casi todo el mundo. De hecho, casi nadie se escapa en absoluto.

De vez en cuando, en el curso del siglo, un gran hombre de ciencia como Darwin, un gran poeta, como Keats, un buen espíritu crítico, al igual que M. Renan; un artista supremo, como Flaubert, ha sido capaz de aislarse, para mantenerse fuera del alcance de las clamorosas reivindicaciones de los demás; estar “bajo el abrigo de la pared”, como dice Platón, y así darse cuenta de la perfección de lo que había en ella, para su propio beneficio incomparable y para la ganancia incomparable y duradera de todo el mundo. Estas, sin embargo, son excepciones. La mayoría de la gente echa a perder sus vidas por un exagerado, poco saludable altruismo. Se ven obligados, por así decirlo, a estropearlas. Se encuentran rodeados de repugnante pobreza, de horrible fealdad, de espantosa hambruna. Es inevitable estar fuertemente afectados por esto. Las emociones del hombre se agitan con más rapidez que la inteligencia y, como señalé hace un tiempo en un artículo sobre la función de la crítica, es mucho más fácil tener simpatía con el sufrimiento que con el pensamiento. En consecuencia, con admirable aunque mal dirigidas intenciones, se ponen a la tarea de poner remedio a los males que ven. Pero sus remedios no curan la enfermedad, se limitan a prolongarla. De hecho, sus remedios son parte de la enfermedad.

Tratan de resolver el problema de la pobreza, por ejemplo, manteniendo al pobre vivo, o, en el caso de una escuela muy avanzada, divirtiendo a los pobres.

Pero esto no es una solución: se trata de un agravamiento de la dificultad. El objetivo adecuado es tratar de reconstruir la sociedad sobre la base en la que la pobreza será imposible. Y las virtudes altruistas realmente han impedido la realización de este objetivo.

Así como el peor de los dueños de esclavos eran los que eran buenos con sus esclavos, pues evitaban que se dieran cuenta del horror del sistema a los que sufrían por él. Por lo que, en el actual estado de las cosas en Inglaterra, las personas que hacen mayor daño son las personas que tratan de hacer mayor bien; y al final hemos tenido el espectáculo de hombres que realmente han estudiado el problema y conocen la vida, hombres educados que viven en el East End, y que imploran a la comunidad que refrenen sus impulsos altruistas de caridad, de benevolencia, y similares.

Ellos lo hacen sobre la base de que tal caridad degrada y desmoraliza. Están en lo cierto. La caridad crea una multitud de pecados.

También hay que decir esto. Es inmoral utilizar la propiedad privada con el fin de aliviar los horribles males que resultan de la institución de la propiedad privada. Es inmoral e injusto.

Bajo el socialismo todo esto, por supuesto, será alterado. No va a haber personas viviendo en lugares fétidos y con trapos fétidos, criando chicos enfermos y hambrientos en medio de lugares imposibles y absolutamente repulsivos. La seguridad de la sociedad no dependerá, como lo hace ahora, del estado del tiempo. Si viene una helada no vamos a tener a cientos de miles de hombres sin trabajo, caminando por las calles en un estado de miseria repulsiva, o pidiendo a sus vecinos dinero o amontonándose alrededor de puertas de refugios repulsivos para tratar de asegurar un pedazo de pan y una noche de alojamiento poco higiénico. Cada miembro de la sociedad compartirá en la prosperidad y alegría general de la sociedad y si viene una helada nadie estará peor.

El socialismo mismo será de valor simplemente debido a que llevará al individualismo.

El socialismo, comunismo, o como sea que uno lo llame, al convertir la propiedad privada en riqueza pública, y substituir cooperación por competencia, restaurará a la sociedad a su condición de prosperidad de un organismo totalmente saludable, y asegurará el bienestar material de cada miembro de la comunidad. Dará, en realidad, a la Vida su propia base y su medio apropiado. Pero para el completo desarrollo de la Vida algo más hace falta. Lo que se necesita es el individualismo. Si el socialismo es autoritario, si hay gobiernos armados con poder económico como hay ahora. Si hay tiranías industriales entonces el último estado del hombre será peor que el primero. En el presente, como consecuencia de la existencia de la propiedad privada, mucha gente es capaz de desarrollar una cierta limitada cantidad de individualismo. No tienen la necesidad de trabajar o tienen la capacidad de elegir la esfera de actividad que es apta para ellos. Estos son los poetas, los filósofos, los hombres de ciencia, los hombres de cultura; en una palabra son los hombres que se han completado. Del otro lado, hay una cantidad de personas que no tienen propiedad privada propia, y que estando al borde del hambre, son obligados a hacer el trabajo de las bestias de carga. Estos son los pobres, y entre ellos no hay gracia de maneras o encanto de habla, o cultura o refinamiento o disfrute de la vida. De la fuerza de la colectividad la humanidad gana prosperidad material… (The Soul of Man under Socialism, by Oscar Wilde. Traducción propia.)

La Nueva China

La urbanización en China experimenta desafíos al expandirse a las áreas rurales y teniendo que clasificar a los pobladores rurales como ciudadanos urbanos. Una consecuencia de ello es la expansión de la venta de tierras de granjeros para crear espacio para viviendas o desarrollos urbanizados.

“En 2014, hubo protestas por la venta de tierras para urbanización. El gobierno chino no negoció con los propietarios antes de vender sus propiedades y llevó a muchos residentes a la pobreza…” Poverty in Quanzhou, China.

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