La
apuesta (The
bet) es el cuento de Antón Chekhov,
que apareció en Novoye Vremya editado
por Alexey Suvorin.
Trae a discusión el tema de la pena de muerte. ¿Es
inmoral? ¿Se puede tomar la vida del supuesto criminal a manera de castigo? ¿Debemos
utilizar “el que a hierro mata a hierro muere”, aplicando la pena capital al
asesino?
Ya en el siglo 19 la pena de muerte era tema de
conversación y debate entre la gente, sin ponerse de acuerdo. Algunos opinaban
que la prisión perpetua era más cruel pues ejecutaba al prisionero todos los
días, de a poco, al perder la libertad.
Aquí algunos párrafos traducidos de la versión en inglés
Un banquero y un abogado discuten sobre la pena de
muerte. El primero opina que es mejor pues te quita la vida de una sola vez,
mientras que la prisión de por vida te la quita de a poco. Hacen una apuesta.
El abogado voluntariamente pasará quince años preso, sin hablar ni poder salir
de la prisión. Si gana, es decir si logra llegar a los quince años, ganará dos
millones.
Era una oscura noche de otoño. El viejo banquero
caminaba en su estudio, recordando la fiesta que había dado en el otoño, quince
años antes. Hubo mucha gente inteligente y mucha conversación interesante.
Hablaron, entre otras cosas, de la pena de muerte. Los invitados, entre ellos
no pocos estudiosos y periodistas, en su mayor parte desaprobaron la pena de
muerte. La encontraron obsoleta como medio de castigo, no apropiada para un
estado cristiano, e inmoral. Algunos pensaban que la pena de muerte debía ser
reemplazada universalmente por la cadena perpetua.
—No estoy de acuerdo —dijo el anfitrión —. No he
experimentado ni la pena de muerte ni la prisión perpetua, pero si uno puede
juzgar a priori, entonces, en mi opinión, la pena de muerte es más moral y más
humana que el encarcelamiento. ¿Quién es más humano, un verdugo que te mata en
unos segundos u otro que te la va quitando incesantemente durante años?
—Ambos son igual de inmorales —comentó uno de los
invitados —porque su propósito es el mismo, quitar la vida. El estado no es
Dios, no tiene derecho a quitar lo que no puede devolver, si así lo deseara.
Entre los participantes había un abogado, un joven
de unos veinticinco años. Al ser preguntado respondió:
—La pena capital y el encarcelamiento de por vida
son igualmente inmorales, pero si se me ofreciera la elección entre ellos,
ciertamente elegiría el segundo. Es mejor vivir de alguna manera que no vivir
en absoluto.
A esto siguió una acalorada discusión. El banquero,
que entonces era más joven y nervioso, de pronto perdió la paciencia, golpeó
con el puño sobre la mesa y, volviéndose hacia el joven abogado, gritó:
—Es una mentira, apuesto dos millones a que no
estarías en una celda ni siquiera cinco años.
—Si lo dices en serio —respondió el abogado —apuesto
a que no me quedaré los cinco años, sino quince.
— ¡Quince! ¡Hecho! —gritó el banquero —. Señores,
pongo dos millones.
—De acuerdo. Tu apuestas dos millones, yo mi
libertad —dijo el abogado.
Así que esta ridícula apuesta se hizo efectiva. El
banquero, que en aquel momento tenía demasiados millones para contar, mimado y
caprichoso, estaba fuera de sí. Durante la cena, dijo al abogado en broma:
—Razona muchacho, antes de que sea demasiado
tarde. Dos millones no son nada para mí,
pero tú estás por perder tres o cuatro de los mejores años de tu vida. Digo
tres o cuatro, porque nunca aguantarás. No olvides tampoco que el ser
voluntario es mucho más pesado que el encarcelamiento forzado. La idea que
tienes derecho a liberarte en cualquier momento envenenará toda tu vida en la
celda.
Y ahora el banquero, paseando de esquina a esquina,
recordaba todo esto y se preguntaba:
— ¿Por qué hice esta apuesta? ¿Qué tiene de bueno?
El abogado pierde quince años de su vida y yo desperdicio dos millones, ¿va a
convencer a la gente de que la pena de muerte es peor o mejor que la prisión de
por vida? Por mi parte, era el capricho de un hombre bien alimentado, del
abogado la ambición por el oro… (La
apuesta, por Antón Chekhov. Traducción
y adaptación propia.)
Más
El banquero decide hacer algo para evitar pagar los
dos millones de la apuesta al abogado, tras quince años de encarcelamiento. Al
salir al jardín hace frío y llueve. Esta oscuro y nadie, ni siquiera el
guardia, está a la vista. Será fácil llegar hasta la celda y matar al
prisionero. La culpa recaería en el guardia y el banquero salvaría sus
millones…
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