Donde conocemos de la entrevista que el señor Verloc
sostiene con un funcionario de la embajada, de la insatisfacción del
funcionario, y de la incomodidad. Del original inglés The Secret Agent, de Joseph
Conrad.
Más abajo una definición de anarquismo y unas fotos increíbles de los seguidores del anarquismo en la Ucrania soviética.
“Lo que se desea por ahora es la acentuación de la inestabilidad,
la fermentación que sin duda existe… ”
Era tan temprano que el portero de la embajada salió
apresuradamente de su cuarto luchando con la manga izquierda de la librea. El
chaleco era rojo, llevaba pantalones cortos. Su aspecto era nervioso. El señor
Verloc, consciente de su apuro simplemente sostuvo un sobre sellado con las
armas de la embajada y pasó. Produjo el mismo talismán al criado que le abrió
la puerta y se apartó para dejarle entrar en la sala.
Un claro fuego ardía en una chimenea alta. Un anciano de pie, de espaldas a la chimenea, en traje de noche y con una cadena alrededor de su cuello, levantó la vista del periódico que tenía delante de su rostro sereno y grave. No se movió. Otro empleado, con pantalones marrones y un abrigo ribetes amarillos, acercándose al señor Verloc murmuró su nombre, y dándose vuelta sobre sus talones en silencio, comenzó a caminar, sin mirar hacia atrás ni una vez. El señor Verloc, fue conducido por un pasillo de la planta baja a la izquierda de la gran escalera alfombrada. Le hizo una seña para entrar en una pequeña habitación amueblada con una pesada mesa y unas cuantas sillas. El criado cerró la puerta, y el señor Verloc quedó solo. No tomó asiento. Con su sombrero y su bastón en una mano miró a su alrededor, pasando una regordeta mano sobre su elegante cabeza descubierta.
El ejército rojo en Odessa, 1919 |
Otra puerta se abrió sin hacer ruido, y el señor
Verloc dirigiendo su mirada en esa dirección vio al principio sólo ropa de
color negro, la parte superior de una cabeza calva, una caída barba gris
oscura, y un par de manos arrugadas. La persona que había entrado estaba
sosteniendo un montón de papeles ante sus ojos y se acercó a la mesa con un
paso más bien rápido, poniendo los documentos sobre ella. El director general
Wurmt, Chancelier d'Ambassade, era bastante miope. Este meritorio funcionario
reveló un rostro de tez pálida y de melancólica fealdad rodeado de una gran
cantidad de finos, largos pelos de color gris oscuro, con cejas gruesas y
espesas. Se puso unos anteojos negros sobre la nariz roma y sin forma. Parecía
sorprendido por la aparición del señor Verloc. Bajo las enormes cejas sus
débiles ojos parpadearon patéticamente a través de las gafas.
No hizo ninguna señal de saludo, ni el señor Verloc,
que sin duda conocía su lugar. Un sutil cambio en las líneas generales de los
hombros y la espalda sugirió una ligera flexión de la columna vertebral del
señor Verloc bajo la gran superficie de su abrigo. El efecto fue de deferencia
discreta.
—Tengo aquí algunos de sus informes— dijo el
burócrata en una voz inesperadamente suave y cansada, presionando la punta de
su dedo índice en los documentos con fuerza. Hizo una pausa, y el señor Verloc,
que había reconocido su puño y letra muy bien, esperó en un silencio casi sin
aliento. —No estamos muy satisfechos con la actitud de la policía aquí—continuó
el otro, con signos de fatiga mental.
Los hombros del señor Verloc, sin moverse realmente,
sugirieron un encogimiento. Por primera vez desde que salió de su casa esa
mañana abrió los labios.
—Cada país tiene su policía—dijo filosóficamente.
Pero a medida que el funcionario de la Embajada siguió parpadeando fijamente se
sintió obligado a añadir: Permítame observar que no tengo medios de acción con
la policía de aquí.
—Lo que se desea—dijo el hombre de los papeles— es
la aparición de algo definitivo. ¿Eso está dentro de su potestad, no es así?
El señor Verloc no respondió a excepción de un
suspiro, que se le escapó involuntariamente.
Trató de dar a su rostro una expresión alegre. El funcionario parpadeó
dubitativo, como si le afectara la tenue luz de la habitación. Repitió
vagamente.
—La vigilancia de la policía y la gravedad de los magistrados. La indulgencia general del procedimiento judicial aquí, y la ausencia absoluta de todas las medidas represivas, son un escándalo para Europa. Lo que se desea por ahora es la acentuación de la inestabilidad, la fermentación que sin duda existe.
León Trotsky en el frente ucraniano en Kharkiv |
—Sin duda, sin duda—interrumpió el señor Verloc en
un bajo y profundo tono, tan diferente del tono en el que había hablado antes
que su interlocutor quedó sorprendido. —Existe en un grado peligroso. Mis
informes en los últimos doce meses lo muestran claramente.
—Los informes de los últimos doce meses—el consejero
comenzó en un tono suave y desapasionado—han sido leídos por mí. No pude
entender el por qué los escribió.
Un triste silencio reinó por un tiempo. El señor
Verloc parecía haberse tragado la lengua, y el otro miraba los papeles sobre la
mesa fijamente. Por fin les dio un ligero empujón.
—El estado de cosas que se expone allí existe como
primera condición para su empleo. Lo que se requiere en la actualidad no es
escribir, sino la puesta a la luz de una clara y significativa realidad, casi
me atrevería a decir, de una alarmante realidad.
—No tengo que decir que todos mis esfuerzos se
dirigirán a lograr esto— dijo el señor Verloc, con convencidas modulaciones en
su ronco tono. Pero el vigilante parpadeo detrás de los anteojos lo
desconcertó. Se detuvo con un gesto de devoción absoluta. El oscuro miembro de
la Embajada parecía impresionado por un pensamiento nuevo.
—Usted es muy corpulento—dijo.
Esta observación, de naturaleza psicológica y dicha
con la vacilación de un burócrata más familiarizado con tinta y papel que con
las exigencias de la vida activa, molestó al señor Verloc. Dio un paso atrás.
— ¿Eh? ¿Qué estaba diciendo?—exclamó, con voz ronca.
El canciller pareció encontrarse incómodo con la
entrevista.
—Creo—dijo—que debería ver al señor Vladimir. Sí,
definitivamente creo que hay que ver al Sr. Vladimir. Tenga a bien esperar aquí
", añadió, y salió con pasitos cortos. (Traducción y adaptación propia, The Secret Agent)
Para saber
El
agente secreto trata sobre el anarquismo, espionaje y terrorismo.
El anarquismo
es una filosofía política y un movimiento que es escéptico de la autoridad y
rechaza todas las formas involuntarias y coercitivas de jerarquía. El anarquismo exige la abolición del
estado, que considera innecesario, indeseable y dañino.
El anarquismo
emplea una diversidad de tácticas para alcanzar sus fines ideales que pueden
separarse ampliamente en tácticas revolucionarias y evolutivas. Las tácticas
revolucionarias apuntan a derribar la autoridad y el estado, habiendo dado un
giro violento en el pasado, mientras que las tácticas evolutivas apuntan a
prefigurar cómo sería una sociedad anarquista. El pensamiento, la crítica y la
praxis anarquistas han jugado un papel en diversas áreas de la sociedad humana.
Las críticas al anarquismo
incluyen afirmaciones de que es internamente inconsistente, violento o utópico.
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