Después de tomar sus cervezas y observar la ópera
los amigos se dirigen por el camino de montaña, donde encuentran a un arriero.
Rosinante
al camino de nuevo (Rosinante
to the Road Again), de John
Dos Passos es una excelente lectura.
Más abajo una impresionante
foto de unas nenas buscando refugio
de las bombas en Madrid.
En América hay libertad, no hay guardias rurales. Los trabajadores trabajan ocho horas y usan camisas de seda y ganan un dineral…
Párrafos
En la siguiente curva salté delante de un burro y
caminé con el arriero, un muchacho oscuro en apretados pantalones azules y
túnica gris corta a la cintura, que tenía las mejillas fuertes, nariz de halcón
y caderas delgadas de un árabe, que hablaba un andaluz aspirado que sonaba como
árabe.
Nos saludamos cordialmente como hacen los viajeros
en lugares montañosos donde los caminos son estrechos. Hablamos del clima, del
viento y de los ingenios azucareros de Motril y de las mujeres, de los viajes y
de la vendimia, luchando todo el tiempo como ahogados para entender la jerga
del otro.
Cuando supo que yo era americano y había estado en
la guerra, se volvió súbitamente interesado. Por supuesto, yo era un desertor,
dijo, inteligente por escapar. Había habido dos desertores en su ciudad hace un
año, alemanes. Quizás amigos míos. Se señaló que los alemanes y yo habíamos
estado en diferentes extremos del cañón. Él rió. ¿Qué importaba eso?
Luego dijo varias veces: "Qué burro la guerra,
qué burro la guerra". Refunfuñé, señalando al burro que nos seguía con
delicados pasos, mirándonos con un aire burlón bajo sus largas pestañas. ¿Podía
haber algo más sabio que un burro?
Se echó a reír de nuevo, retorciéndose los labios
para mostrar el brillo de los dientes apretados, se detuvo en seco y se volvió
para mirar las montañas. Pasó una larga mano marrón a través de ellos.
—Mira —dijo —ahí arriba está Alpujarras, el último
refugio de los reyes de los moros. Hay bandidos allí arriba, de vez en cuando. Has
venido al lugar correcto, aquí somos hombres libres.
El burro se escabulló frente a nosotros con una
mirada burlona por el rabillo del ojo y comenzó a saltar de un lado a otro del
camino, recortando aquí y allá un poco de hierba seca. Lo seguimos, el arriero
contando cómo su hermano habría sido reclutado si la familia no hubiera reunido
mil pesetas para comprarlo. Esa no era vida para un hombre. Escupió en una
piedra roja. Nunca lo atraparían, estaba seguro de eso. El ejército no era vida
para un hombre.
En el fondo del valle había una corriente ancha, la
cual atravesamos después de una disputa sobre quién iba a montar el burro. El
burro arrugó la nariz con asco por la frialdad de las aguas y la viscosidad de
las piedras. Cuando salimos de los guijarros al otro lado del arroyo nos
encontramos con un hombre flaco y negro con dientes de caballo amarillos, que
se puso muy emocionado cuando oyó que yo era americano.
—América es el mundo del futuro —gritó, y me dio tal
palmada en la espalda que casi caigo del burro en cuyo lomo estaba en ese
momento a horcajadas.
—En América no se divierte — murmuró el arriero,
pateando sus pies helados por el frío desde el vado en el polvo ardiente de
azafrán de la carretera.
El burro se adelantó pateando algunos guijarros, tratando
de sacudir las grandes canastas en forma de pera de mimbre que tenía a cada
lado de su silla de montar, encantado con la suave sequedad después de tanta
agua y de caminos pedregosos. Los tres seguimos discutiendo, la luz del sol
batiendo alas de llama blanca sobre nosotros.
—En América hay libertad —dijo el hombre negruzco
—no hay guardias rurales. Los trabajadores trabajan ocho horas y usan camisas
de seda y ganan... un dineral.
El hombre negruzco se detuvo, casi sin aliento ante
su discurso. Luego prosiguió: —Tus hijos son educados libres, no hay
sacerdotes, y a los cuarenta cada uno es dueño de un automóvil.
—Ca —dijo el arriero.
—Sí, hombre —dijo el hombre negruzco.
Por un tiempo el arriero caminó en silencio, mirando
sus pies enterrarse en el polvo… (Rosinante
to the Road Again, de John
Dos Passos. Traducción propia)
Refugio de las bombas franquistas, 1936 |
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