Appointment
In Samarra, publicada en 1934, es la primera novela del
norteamericano John O'Hara (1905 – 1970). En 1998, Modern Library ranqueó a Appointment in Samarra en el puesto 22
en su lista de las 100 mejores novelas en inglés del siglo 20. Para saber, al
final, sobre smoking rooms
… La sala de fumadores del Lantenengo Country Club
estaba tan llena que parecía que nadie más podría entrar, pero la gente entraba
y salía de alguna forma. La sala se había convertido en mixta. Originalmente
cuando fue construida en 1920, el club había sido para hombres solamente, pero
durante muchas bodas las mujeres habían roto las reglas. Las bodas eran fiestas
privadas y las reglas de los clubes podían ser rotas cuando todo el club era
tomado por un partido. Por lo que las mujeres habían forzado su entrada en la
sala de fumadores y ahora había tantas mujeres como hombres en la habitación.
Era un poco pasada las tres en punto, pero la fiesta seguía, y casi nadie se
preguntó cuándo terminaría. Cualquiera que quisiera que terminara podía irse a
casa. No lo extrañarían. La gente que se quedaba era la que pertenecía a la
fiesta. Cualquier miembro del club podía venir al baile, pero no todos los que
venían al salón eran bienvenidos. La gente en la sala de fumadores siempre
empezaba con un número pequeño, siempre las mismas personas. Los Whit Hofmans,
los Julian Englishes, los Froggy Ogdens, y demás. Eran los gastadores, y
bebedores y los asegurados socialmente, que podían burlarse y no tener que
responder a nadie excepto a sus familiares.
Había aproximadamente veinte
personas en este grupo y tu posición en Gibbsville podía ser juzgada por la
forma en que te unías al núcleo de la gente en la sala. Para las tres todo
aquel que quiso estuvo en la sala. La prohibición se dejó sin efecto cerca de
las una y media, que coincidió con el tiempo en que los Hofmans, los Englishes
y demás se emborracharon lo suficiente como para dejar pasar a cualquiera.
The smoking
room always started out with a small
number…
James Fitzgerald
with a smoking jacket, 1868
|
Hasta entonces nada terrible había pasado. El joven
Johnny Dibble había sido descubierto robando licor del armario de alguien y
había sido expulsado a patadas en el culo. El tirante del vestido de Elinor
Holloway se había caído, mostrando momentáneamente su pecho izquierdo, el cual
la mayoría de los jóvenes presentes ya habían visto o tocado alguna vez. Frank
Gorman, Georgetown, y Dwight Ross, Yale, se habían peleado, llorado y besado
después de una discusión sobre lo que no había hecho el equipo de Gorman…
durante uno de esos inexplicables silencios se escuchó a Ted Newton decir a su
esposa: — ¡Voy a beber tanto como se me cante! Elizabeth Gorman, la gorda
sobrina de Harry Reilly, cuya trepada social era todo un espectáculo, había
avergonzado a su tío eructando con fuerzas y sin vergüenza…
Harry Reilly estaba contando una historia sucia con
un acento irlandés, que la hacía un poco más realista o divertida por el hecho
de que sus frenillos, hechos antes de hacer dinero, no le calzaban bien, y como
resultado siempre silbaba un poco al hablar. Reilly tenía una blanca cara,
grande y jovial, cabello blanco y una gran boca con labios finos. Sus ojos eran
astutos y pequeños y estaba empezando a engordar. Estaba trajeado y su corbata
blanca estaba manchada por su hábito de tocarla entre gestos al contar las
historias. Sus ropas eran buenas pero había nacido en un pequeño pueblo minero
y Reilly mismo decía: —Podés sacar un chico de un pueblo pero no podés sacar el
pueblo de un chico… (Párrafos de Appointment In Samarra, de John
O'Hara)
Para saber
Smoking
room
(o smoking lounge) es una habitación específicamente provista para fumar. La Guerra
de Crimea, en la década de 1850, popularizó el tabaco turco, por lo que el
fumar se puso de moda, pero se lo consideró poco delicado. Después de la cena
en una casa de lujo, los caballeros podían retirarse a una sala de fumar,
amueblada con cortinas de terciopelo y decorada con gustos masculinos (los
señores poderosos frecuentemente elegían temas turcos y colecciones de armas),
y vestir una confortable chaqueta de fumar y un sombrero.
Un
cuento para leer antes de dormir: Una
rosa para Emily, de William Faulkner
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