Rosemary llega a un hotel de la Riviera Francesa. Junto a su madre deciden que la estancia en el
lugar será corta… Del clásico de F. Scott Fitzgerald,
Tender is the Night o Tierna es la noche, algunos párrafos en
castellano.
Más abajo nos informamos sobre la Riviera Francesa.
Rosemary se acomoda en la playa y observa alrededor.
Diferentes familias y personas la pueblan. Los niños juegan en el agua. Un
hombre le advierte de los tiburones. Los perros pasan a un costado. Una mujer
tendida más allá, se había corrido el traje de baño para mostrar la espalda. Es
la década del 20, entre las guerras mundiales…
Párrafos
…Más cerca
del mar una docena de personas se protegían bajo paraguas de rayas, mientras
que sus docenas de hijos perseguían a los peces a través de las aguas poco
profundas o quedaban desnudos y relucientes con aceite de coco bajo el sol.
Mientras Rosemary iba a la playa un niño de doce
años pasó corriendo junto a ella y se precipitó al mar gritando. Al sentir el
escrutinio de caras extrañas la joven se quitó la bata y siguió. Flotó boca
abajo durante unos metros y al encontrar poca profundidad se apoyó en sus pies
y se movió hacia delante, arrastrando las piernas delgadas como pesas contra la
resistencia del agua. Cuando el agua le llegó a pecho, miró hacia la orilla: un
hombre calvo con un monóculo y una malla la miraba con atención. Como Rosemary
le devolvió la mirada el hombre se quitó el monóculo, que cayó en medio de su
peludo pecho, y se sirvió un vaso de algo de una botella en la mano.
Rosemary nadó un poco más hacia la balsa. El agua la
alcanzó, tiró de ella con ternura, se coló en su pelo y se topó con las
esquinas de su cuerpo. Se dio vueltas y vueltas en ella, abrazándola,
revolcándose en ella. Al llegar a la balsa estaba agotada, pero una mujer
bronceada con los dientes muy blancos bajó la mirada hacia ella, y Rosemary,
consciente de la blancura de su propio cuerpo, se volvió de espaldas y se
desvió hacia la orilla. El hombre peludo que tenía la botella le habló al
salir.
—Tienen tiburones detrás de la balsa –era de
nacionalidad indeterminada, pero hablaba inglés lentamente con un acento de
Oxford. —Ayer devoraron a dos marineros británicos en Golfe Juan.
— ¡Cielos! —exclamó Rosemary.
—Vienen en la basura de la corriente.
Cerrando sus ojos, para indicar que sólo había
hablado con el fin de advertirle, retornó dos pasos y se sirvió otra copa.
Sin sentirse cohibida, ya que la atención se había
desviado hacia ella durante esta conversación, Rosemary buscó un lugar para
sentarse. Obviamente cada familia poseía la franja de arena inmediatamente
delante de su paraguas; además había visitas y charlas en exceso. Se vivía la atmósfera
de una comunidad en la que sería presuntuoso entrometerse. Más arriba, donde la
playa estaba cubierta de guijarros y algas muertas, estaba sentado un grupo con
la piel blanca como la suya. Se ubicaban bajo pequeñas sombrillas de mano en
lugar de sombrillas de playa y eran obviamente menos extraños al lugar. Entre
las personas oscuras y las blancas, Rosemary encontró espacio y extendió su
bata en la arena.
Acostada así oyó por primera vez sus voces y sintió
sus pies cerca y sus formas pasando entre el sol y ella misma. El aliento de un
perro curioso sopló caliente y nervioso en su cuello. Podía sentir su piel
asarse con el calor y oír el pequeño wa-waa de las olas que morían. Podía
distinguir las voces individuales y se dio cuenta de que alguien, llamado
despectivamente como "ese chico del norte", había secuestrado a un
camarero de una cafetería en Cannes la noche anterior con el fin de cortarlo en
dos. La patrocinadora de la historia era una mujer canosa en vestido de noche,
obviamente un vestigio de la noche anterior, con una diadema que todavía
colgaba de su cabeza y una orquídea que moría en su hombro. Rosemary,
decidiendo su antipatía hacia ellos, se dio vuelta.
Más cercana a ella, en el otro lado, una mujer joven
puesta bajo un techo de paraguas hacía una lista de cosas a partir de un libro
abierto sobre la arena. Su traje de baño estaba corrido de los hombros y su
espalda, de un marrón rojizo, anaranjado, desencadenada por un collar de
cremosas perlas, brillaba bajo el sol. Su cara era dura y preciosa y
lamentable. Sus ojos se encontraron con Rosemary, pero no la vieron. Más allá
de ella estaba un apuesto hombre con una gorra de jockey y malla a rayas rojas,
y más allá la mujer que Rosemary había visto en la balsa, y que le devolvió la
mirada. A continuación, un hombre con una cara larga y una cabeza dorada de
león, con malla azul y sin sombrero, hablando muy en serio con un joven
inconfundiblemente latino con malla negra, ambos recogiendo pequeños trozos de
algas en la arena. Ella pensó que en su mayoría eran estadounidenses, pero
había algo en ellos que los hacía diferentes a los americanos que había
conocido en los últimos tiempos. (Traducción y adaptación propia. Tierna es la noche, de F. Scott Fitzgerald)Gerald y Sara Murphy, 1923
Para saber
La Riviera
Francesa es la costa mediterránea del sudeste de Francia. No hay un límite oficial.
Esta línea costera fue una de los primeros resorts
modernos. Comenzó como hoteles de invierno para los británicos adinerados a
fines del siglo 18.
Con la llegada del ferrocarril a mediados del siglo
19 se convirtió en lugar de vacaciones de británicos, rusos y otros
aristócratas, tales como la reina
Victoria, el zar Alejandro II y
el rey Eduardo VII. En el verano
también fue el centro elegido por miembros de la familia Rothschild.
En la primera mitad del siglo 20 fue frecuentado por
artistas y escritores como Pablo Picasso,
Henri Matisse, Francis Bacon, Edith Wharton,
Somerset Maugham y Aldous Huxley.
Después de la Segunda
Guerra Mundial se convirtió en un destino turístico popular. Muchas
celebridades, como Elton
John y Brigitte
Bardot, tienen casas en la región.
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