¿Mayoral?, ¿agente de estación? Mark Twain, en Roughing It!, explica los roles que cumplían los funcionarios para cumplir sus horarios y obligaciones en la diligencia...
Nuestro nuevo conductor había estado sin dormir por veinte horas. Tal
cosa era muy frecuente. De St. Joseph, Missouri, a Sacramento, California, en
diligencia, teníamos casi 1900 millas, y el viaje era hecho a menudo en quince
días, pero el tiempo especificado en los contratos del correo, y requerido por
el horario, era dieciocho o diecinueve días, si recuerdo bien. Esto era hecho
para permitir tiempo por las tormentas y las nieves de invierno, y otras causas
inevitables de detención. La compañía tenía todo bajo estricta disciplina y un
buen sistema. Por cada 250 millas del camino ponía a un agente o a
superintendente, y lo investía con gran autoridad. Su jurisdicción de 250
millas era llamada división. Compraba caballos, el arnés de las mulas, y el
alimento para los hombres y las bestias. Distribuía estas cosas entre sus
estaciones, de vez en cuando, de acuerdo a lo que necesitara cada una.
Construía los edificios de las estaciones y cavaba pozos. Se encargaba de pagar
a los encargados de la estación, a los ayudantes, conductores y herreros, y los
despedía siempre que él decidiera. Era un hombre muy, muy importante en su
división. Una clase de Grand Mogul, un Sultán de la India, ante quien los
hombres comunes eran modestos al hablar y en sus maneras, y en el fulgor de su
grandeza incluso el conductor se inclinaba. Había cerca de ocho de estos reyes,
en total, en la ruta por tierra.
Cerca en rango e importancia estaba el mayoral. Su jurisdicción era la
misma que la del agente: 250 millas. Se sentaba con el conductor, y (cuando era
necesario) cumplía la obligación de éste, noche y día, sin otro descanso o
sueño que lo que podía conseguir durmiendo en la parte de arriba del vehículo.
¡Piénselo! Estaba a cargo completamente de los correos, de los expresos, de los
pasajeros y de la etapa, del coche; hasta que los entregaba al mayoral
siguiente, y recibía su recibo por ellos.
Big Mouth Spring with scalps on his coat |
En consecuencia tenía que ser un hombre de inteligencia, decidido y de
capacidad ejecutiva considerable. Generalmente era un hombre reservado,
agradable, que atendía de cerca a sus deberes, y era bastante caballeroso. No
era absolutamente necesario que el agente fuera un caballero, y ocasionalmente
no lo era. Pero era siempre un general con capacidad administrativa, y un
bull-dog en valor y determinación. De otra forma cualquier jefe en esa tierra
sin ley hubiera significado la insolencia al cabo de un mes y una bala y un
ataúd al final. Había cerca de dieciséis o dieciocho conductores por tierra,
porque había una etapa diaria de ida y vuelta, y un conductor en cada etapa.
Después, en rango e importancia, del mayoral, venía mi placer, el
conductor. No en aparente importancia, ya que hemos visto que a los ojos del
hombre común el conductor era al mayoral como un almirante era al capitán en un
buque insignia. La jurisdicción del conductor era bastante larga, y su tiempo
de dormir en las estaciones bastante breves; y por eso, sino fuera por la
grandiosidad de su posición la suya habría sido una vida apesadumbrada y dura.
Tomábamos un conductor nuevo cada día o cada noche (ellos conducían de ida y
vuelta por el mismo pedazo de camino todo el tiempo), y por lo tanto nunca nos
hicimos conocidos de ellos como lo hicimos con los mayorales. Además, habría
sido fuera de lo corriente relacionarse con tales “basuras como los pasajeros”
como cosa general. No obstante, siempre estábamos impacientes por echar un
vistazo a cada nuevo conductor en cada cambio de guardia, porque cada día
estábamos impacientes por librarnos de alguien desagradable, o reacio a dejar ir
a alguien que habíamos aprendido a gustar por ser sociable y amistoso. Y por lo
tanto la primera pregunta que hacíamos al mayoral siempre que fuéramos a
cambiar conductor era, ¿cuál es él? Mientras todo iba bien, el conductor estaba
bastante bien situado, pero si un compañero del conductor se enfermaba entonces
había problemas, porque el coche debía seguir, y el que estaba a punto de bajar
y tomar un lujoso descanso después de una noche larga en el medio del viento y
la lluvia y la oscuridad, tenía que permanecer donde estaba y hacer el trabajo
del hombre enfermo. Una vez, en las Montañas Rocallosas, cuando encontré a un
conductor profundamente dormido en su puesto y las mulas iban a un paso
frenético, el mayoral señaló que no había peligro, y que estaba haciendo un
doble trabajo, había conducido setenta y cinco millas en un coche, y estaba
ahora volviendo sin descanso o sin dormir. ¡Ciento cincuenta millas manejando
seis mulas vengativas y tratando de que no se subieran a los árboles! Suena
increíble, pero lo recuerdo bastante bien.
Los encargados de la estación, ayudantes, etc., eran personajes de baja
calaña, oscos, según lo descrito ya; y de Nebraska occidental a Nevada un
porcentaje considerable de ellos podían ser considerados fuera de la ley. Eran
criminales cuya mejor seguridad era una región del país que estaba sin ley y
sin la pretensión de tenerla. Cuando el agente emitía una orden lo hacía con el
entendimiento que podía tener que hacerla cumplir a punta de pistola, por lo
que siempre tenía la fijación de que todo fuera como debía ser… (Traducción del
original en ingles: Roughing It!, de Mark Twain)
En preparación
¿Roughing It? ¿Y esto que significa…?
De la web
Roughing It!, audio de Librivox
y texto de The
Project Gutenberg, para leer y escuchar la pronunciación inglesa.
¡¡Si
tenés entre 1 y 100 años ya podés aprender ingles con los clásicos!!
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