Donde se narra la vida del padre de Huck, como continuación de la novela
clásica de Mark Twain, Las Aventuras de
Huckleberry Finn.
Jon
Clinch toma el concepto del padre de Huck Finn malo y alcohólico, y desarrolla esta historia, también a
orillas del Mississippi.
Del original inglés “Finn. A Novel”, de Jon Clinch.
El cuerpo flotaba lentamente en el río, seguido por
las moscas. Nada quedaba de carnes, solo huesos, tendones y algo de grasa. Un
cuervo apaciguaba su hambre metiendo el pico entre las cavidades del cadáver.
¿Qué tiempo había pasado en el agua? Nadie podía decirlo. Había recorrido campos desiertos, granjas, y sauces solitarios.
Era un domingo por la mañana. Nada de tráfico en el
río. Todo estaba en silencio.
Un cocodrilo se movió y el cuerpo se balanceó de un
lado al otro.
Algunos niños, con sus ropas dominicales, entre
empujones y juegos, miraban fascinados el deslizarse del cuerpo. Comentaron
sobre el cadáver, intercambiando opiniones. Uno de ellos opinó que era una
mujer. El cuerpo flotaba con la cara hacia abajo.
El que sale sorteado se dirige al pueblo a avisar.
Los otros se suben a un bote y se acercan. El cadáver carece de piel desde la
cabeza hasta los pies y se ha hinchado. Lo empujan hacia la costa con un palo.
Uno de los chicos se asusta, pierde el equilibrio y cae al río.
Bliss, el contrabandista, aviva el fuego. Puede escuchar
todo a su alrededor, cualquier quebranto de una rama o una hoja en movimiento.
“No puedes robarle whisky al viejo Bliss”. Repite su dicho y Finn se acerca al
fuego.
—Es cierto. ¿Tienes un jarro?
Esta noche Finn no viene a comprar, o robar, el
whisky de Bliss. Apoya un saco en el suelo. Está lleno de algo que gotea.
—Déjame el fuego y trae algo de whisky.
—Estoy ocupado. Sírvetelo tú mismo. Supongo que
sabes dónde está.
—Sí, si pudiera ver en la oscuridad.
Bliss le cede su lugar y va en busca del whisky.
Finn abre el saco y agarra dos pedazos de carne. Los
pone en el fuego.
Bliss vuelve con el whisky. Cuenta los pasos de
vuelta para no equivocarse.
—Espero que hayas traído algo para mí. No comí más
que porotos durante toda la semana.
—Rompí con esa mujer.
—Eso ya lo dijiste antes.
—Esta vez es en serio.
Señalando el fuego:
— ¿Cuándo estará listo? No lo quiero quemado.
—Pronto. No quiero nada para mí. Esto es en
agradecimiento por tu bondad.
— ¿Cuánto tiempo estuviste con ella?
—Diez o doce años, tal vez.
El funebrero es el encargado de levantar el cuerpo y
llevarlo en su carreta. Él, quizá junto a O´Toole, dueño del matadero, es el
único con el estómago para hacerlo. Así que envuelve el cuerpo en una frazada y
lo acomoda en la carreta. Tiene la costumbre de hablar solo, aunque los niños
piensen que habla con los muertos.
—Como si no tuviera ya suficiente. Hacer esto que
apenas pagará los gastos. Pero debo hacerlo, sino ¿quién más lo hará?…
(Párrafos de Finn, de Jon Clinch)Finn, Jon Clinch
Comentario
“… Clinch,
construyó su historia de algunas claves del capítulo
9 de la novela original, sobre la
casa que flota en el Mississippi,
encontrada por Huck y Jim. Descubren “montañas de cartas
grasosas desparramadas por todo el piso, viejas botellas de whiskey, un par de
máscaras hechas de tela negra y escritos sobre las paredes de los más
ordinarios.” También algunas ropas de mujer. Y el cuerpo de un hombre con un
tiro en la espalda. El papá, como nos enteramos al final de la novela.
Trabajando con estos conceptos Clinch transporta a papá Finn
a un universo paralelo. Y allí aparece un nuevo papá, un asesino llevado por
sus demonios, martirizando a su hijo Huck
por la recompensa ganada.
El autor
Jon
Clinch nació en Oneida,
New York. Escribió historias que publicó en la revista MSS. En 2007 publicó Finn,
una historia propia basada en el padre de Huck
Finn. Fue nominada como mejor novela por varias publicaciones. En 2010
publicó Kings of the Earth.
Recursos
Finn,
a Novel by Jon Clinch
Video del mismo autor, Jon Clinch.
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Odio cosas como el jazz. No pertenezco a ningún club
o grupo. No me emborracho ni voy a misa. No voy al analista. No apoyo la firma
de libros, a los pensadores falsos, a los poetas populares, Freud, o Marx.”… Vladimir Nabokov
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