No bien hubieron montado estas mujeres el ayudante hizo
lo mismo en su caballo y los tres saludaron a Webb quien, en cortesía, esperaba
la salida del grupo en la puerta de su cabaña. El grupo partió a paso lento hacia
la entrada norte. No se escuchó sonido alguno mientras atravesaban la corta
distancia, solo una suave exclamación de sorpresa cuando el indio corrió
delante de una de las mujeres para guiar al grupo. Aunque este inesperado
movimiento no produjo sonido en el resto, la sorpresa abrió el velo que cubría
a la mujer y permitió ver un rostro de indescriptible tristeza, admiración y
horror, mientras los negros ojos seguían los ágiles movimientos del salvaje. Sus
cabellos eran negros y brillantes, como el plumaje del cuervo. Su tez no era
oscura, sino más bien cargada con el color de su rica sangre, que parecía lista
a explotar. Sin embargo no había nada de tosco en su exquisitamente rectangular
rostro, hermosamente digno. Sonrió, como olvidando el momento que le tocaba
vivir, y mostró unos dientes tan blancos que hubieran avergonzado al más puro
marfil. Al momento de cubrirse agachó su cabeza y cabalgó en silenció,
ensimismada en sus propios pensamientos…
Mientras una de ellas se mantenía callada, la otra
rió de su propia debilidad y dirigiéndose al joven que cabalgaba a su lado,
exclamó:
“¿Son estos espectros comunes en el bosque, Heyward,
o es un trato especial para nosotras? Si es lo último tendremos que agradecértelo
pero si es lo primero Cora y yo tendremos que sacar todo el coraje que tanto
pregonamos, aun antes que encontremos al ilustre Montcalm.”
“Ese indio es un “corredor” del ejército y de
acuerdo a la costumbre de su tribu puede ser considerado un héroe”, contestó el
oficial. “Se ha ofrecido a guiarnos hasta el lago por un sendero poco conocido
y más rápido que el seguido por el lento movimiento de la columna. En consecuencia
más agradable.”
“No me gusta ese hombre”, dijo la dama, temblando, en
parte debido a su imaginación y en parte a un terror real. “De todos modos tú
debes conocerlo, Duncan, de lo contrario no te hubieras entregado tan libremente.”
“Lo conozco o no tendría mi confianza, y menos en
este momento. Se dice que también es canadiense y sirvió con nuestros amigos
los Mohawks que, como sabes, son una de las seis naciones aliadas. Apareció entre
nosotros, según tengo entendido, por algún extraño incidente en el que tu padre
estuvo involucrado, y en el que el salvaje fue severamente disciplinado. Pero ahora
olvidé la historia. Es suficiente con que sea nuestro amigo.”
“Si ha sido enemigo de papá ahora me gusta menos”,
exclamó la muchacha ansiosa. “¿Hablarías con él para que pueda escuchar su voz?
Aunque parezca tonto la voz de la persona me da cierta confianza, o no.”
“Sería inútil y contestaría con una interjección. Aunque
pueda entender, como la mayoría de su gente, pretenden que no saben inglés, y
menos ahora que ante la guerra debe ejercitar su dignidad. Mira, el indio se detuvo.
El sendero por el que vamos a viajar deber estar cerca… ” (Traducción y adaptación
libre del original inglés)
James Fenimore Cooper (1789-1851). Fue un escritor norteamericano. También escribió:
Los Pioneros
La Pradera
El Trampero
El Cazador de Ciervos
De acuerdo a los libros anteriores ¿sobre qué temas gustaba escribir James Fenimore Cooper?
James Fenimore Cooper (1789-1851). Fue un escritor norteamericano. También escribió:
Los Pioneros
La Pradera
El Trampero
El Cazador de Ciervos
De acuerdo a los libros anteriores ¿sobre qué temas gustaba escribir James Fenimore Cooper?
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