En este cuento B comprueba que todos han
desaparecido. Sin nadie que controlara sus pasos recolectó mercadería y
combustible de los lugares vecinos. Se proveyó de armas de la comisaría.
Incluso condujo hasta Dover y atravesó el
Canal llegando a Calais.
El final del cuento de J. G. Ballard,
The Autobiography of J. G. Ballard.
Unas notas sobre Calais /ˈkæleɪ/, y una ganga para alquilar y
disfrutar del lugar, al final.
Luego se dirigió a la costa sur y siguió el camino de Brighton a Dover. De pie sobre los acantilados, contempló la lejana costa de Francia. En el puerto, eligió…
El Imperio del Sol |
Párrafos
Al despertar una mañana, B se sorprendió al ver que
Shepperton estaba desierta. Entró en la cocina a las nueve, molesto al
comprobar que ni su correo ni los diarios habían sido entregados, y que un
corte de luz le impedía preparar su desayuno. Pasó una hora mirando el
derretido hielo que goteaba de su refrigerador, y luego fue a la puerta de al
lado a quejarse a su vecino…
B pasó una mala noche, con la radio muda al lado de
su cama. Pero cuando despertó a otra mañana luminosa su confianza volvió.
Después de una duda inicial, se sintió aliviado al ver que Shepperton todavía
estaba desierta. La comida dentro de su refrigerador había comenzado a
pudrirse. Necesitaba provisiones frescas y un medio para cocinar por sí mismo.
Manejó a Shepperton, rompió una ventana del supermercado y recogió varios
cartones de carne enlatada y verduras, arroz y azúcar. En la ferretería,
encontró una cocina de parafina, y la llevó a casa con una lata de combustible.
El agua ya no fluía en la red, pero estimaba que el contenido de la cisterna le
duraría una semana o más. Otras incursiones a las tiendas locales le
proporcionaron un suministro de velas, linternas y baterías.
En la semana siguiente, B hizo varias expediciones a
Londres. Regresó a las casas y pisos de sus amigos, pero los encontró vacíos.
Entró en Scotland Yard y las oficinas de periódicos en Fleet Street, con la
esperanza de encontrar alguna explicación para la desaparición de toda una
población. Por último, entró a las Cámaras del Parlamento, y permaneció en la
silenciosa cámara de debates de los Comunes, respirando el aire rancio. Sin
embargo, no había la menor explicación en ninguna parte de lo que había
ocurrido. En las calles de la ciudad, no vio ningún gato ni perro. Fue sólo
cuando visitó el zoológico de Londres que encontró que los pájaros todavía se
mantenían dentro de sus jaulas. Parecían encantados de ver a B, pero volaron
con gritos de hambre cuando abrió los barrotes.
Así que al menos tenía una especie de compañía.
Durante el mes siguiente, y durante todo el verano, B continuó sus preparativos
para la supervivencia. Condujo hasta el norte, hasta Birmingham, sin ver un
alma. Luego se dirigió a la costa sur y siguió el camino de Brighton a Dover.
De pie sobre los acantilados, contempló la lejana costa de Francia. En el
puerto, eligió una lancha con un tanque lleno de combustible y salió a través
del mar tranquilo, ahora libre de las embarcaciones de recreo habituales,
petroleros y transbordadores. En Calais, vagó durante una hora por
las calles desiertas y en las tiendas silenciosas escuchó en vano a los
teléfonos que no sonaban. Luego volvió sobre sus pasos hasta el puerto y
regresó a Inglaterra.
Cuando el verano fue seguido por un otoño suave, B
había establecido una existencia agradable y cómoda para sí. Tenía abundantes
existencias de conservas de comida, combustible y agua para sobrevivir al
invierno. El río estaba cerca, claro y libre de toda contaminación, y la nafta
era fácil de obtener, en cantidades ilimitadas, desde las estaciones de
servicio y los coches estacionados. En la comisaría local, reunió un pequeño arsenal
de pistolas y carabinas, para hacer frente a cualquier amenaza inesperada que
pudiera aparecer.
Pero sus únicos visitantes eran los pájaros, y
arrojaba puñados de arroz y semillas en su césped y en los de sus vecinos
anteriores. Ya había empezado a olvidarlos, y Shepperton pronto se convirtió en
un aviario extraordinario, lleno de aves de todas las especies.
Así, el año terminó pacíficamente, y B estaba listo
para comenzar su verdadero trabajo… (La
autobiografía de J. G. Ballard)
Para saber
Calais
/ˈkæleɪ/ es una ciudad en el norte de Francia.
La población en el área metropolitana en 2010 era de 126.395. Desde Calais se puede ver el estrecho de Dover, el punto más angosto del Canal Inglés, que tiene aquí 34 km. de
ancho. Durante la Segunda Guerra Mundial
el pueblo fue arrasado por las bombas
nazis. Los alemanes construyeron
bunkers a lo largo de la costa en preparación de ataques masivos a Inglaterra.
En Calais
encontramos un pequeño departamento, para 2 personas, a 391,037 pesos argentinos la semana (7 días). Incluye toallas
y sabanas y elementos de cocina. Ojo, sin baño privado.
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