¿Veintitrés grados Celsius bajo cero, solo, en medio de la naturaleza del Yukón, con la posibilidad de morir al final del viaje y dependiendo solo de tus destrezas en medio de la naturaleza salvaje? Esa es la historia que Jack London propone en Hacer un fuego (To Build a Fire). ¡Muy buena!
En el párrafo en inglés, de más abajo, Jack London explica la característica del
hombre que camina en medio del helado desierto en Alaska. Ese hombre puede ver a su alrededor, observar la cantidad
de nieve caída, especular sobre la helada que vendrá o entristecerse por haber
salido del campamento en semejante tiempo, pero no puede ver más allá, sentir
la pequeñez del ser humano, sus limitaciones, y la realidad que puede morir en
cualquier momento.
En vocabulario vemos chechaquo, frailty
But all
this--the mysterious, far-reaching hairline trail, the absence of sun from the
sky, the tremendous cold, and the strangeness and weirdness of it all--made no
impression on the man. It was not because he was long used to it. He was a
new-comer in the land, a chechaquo,
and this was his first winter. The trouble with him was that he was without
imagination. He was quick and alert in the things of life, but only in the
things, and not in the significances. Fifty degrees below zero meant eighty odd
degrees of frost. Such fact impressed him as being cold and uncomfortable, and
that was all. It did not lead him to meditate upon his frailty as a creature of temperature, and upon man's frailty
in general, able only to live within certain narrow limits of heat and cold;
and from there on it did not lead him to the conjectural field of immortality
and man's place in the universe. Fifty degrees below zero stood for a
bite of frost that hurt and that must be guarded against by the use of mittens,
ear-flaps, warm moccasins, and thick socks. Fifty degrees below zero was to him
just precisely fifty degrees below zero. That there should be anything more to
it than that was a thought that never entered his head…
He was a
new-comer in the land, a chechaquo,
and this was his first winter.
It did not lead
him to meditate upon his frailty
as a creature.
El hombre caminaba solo junto a su perro sobre la
nieve. Sabía que debía tener cuidado de no caer en un pozo pues podría
congelarse. Tenía una pequeña provisión de fósforos y recordaba el consejo de
aquel viejo antes de salir del campamento: “Nunca arriesgarse en un viaje solitario en
semejante clima.”
Había envuelto su comida en una bolsa y la había
colocado debajo de sus ropas, contra su estómago, para evitar que se congelara.
Sus extremidades estaban entumecidas por el frío. Cada vez que necesitaba
sacarse los guantes sus dedos empezaban a congelarse. No había sentido tanto
frío anteriormente.
El perro, que caminaba a su lado, estaba inquieto.
Descendía de los lobos que corrían salvajes por esos parajes y sabía por
instinto que a esas temperaturas todos debían refugiarse alrededor del fuego y
evitar salir. Este hombre no parecía saber lo que hacía. Lo seguía aunque con
cierta desconfianza. ¿Qué esperaba para hacer un fuego y calentarse cerca?
El hombre miró para uno y otro lado tratando de
elegir el camino más seguro. La idea de llegar al próximo campamento, tener
comida caliente y refugiarse cerca del fuego lo hacía moverse más rápido. Dio
unos pasos y se enterró hasta las rodillas en una corriente de agua que había
estado tapada por la nieve. Se levantó y buscó seguro. Se acercó a un árbol y
empezó a arrimar ramitas para hacer su fuego. Si podía lograr su fuego secaría
sus medias y mocasines y podría seguir viaje. Lo contrario sería... la muerte
por congelamiento.
Cuando había logrado hacer una buena fogata la nieve
que se había acumulado en sus ramas cayó. El fuego se extinguió y el hombre quedó
perplejo. La posibilidad de morir se le presentó con todas sus fuerzas. Miró a
su alrededor y pensó en el perro…
Y todo el tiempo el perro corrió con él. Cuando cayó
una segunda vez se sentó frente a él mientras lo miraba con curiosidad. El
calor y la seguridad del animal lo enojaron y empezó a maldecirlo hasta que
bajó las orejas. Esta vez el temblor le vino más rápidamente. Ese pensamiento
lo hice correr un poco más. Solo unos pasos. Fue su último pánico…
Cambió su visión al viejo en Sulphur Creek. Lo podía
ver claramente, caliente y confortable, y fumando su pipa.
—Tenías razón, viejo, tenías razón —el hombre
murmuró al viejo de Sulphur Creek.
Luego el hombre cayó en lo que parecía el más
confortable y satisfactorio sueño que había tenido. El perro se sentó frente a
él, esperando. El corto día llegaba a su fin en un largo y lento crepúsculo. No
había señales de fuego y además jamás en la experiencia del perro había
conocido a un hombre que se sentara como éste y no hiciera fuego. El deseo por
el fuego lo acicateó y levantando sus patas, aulló suavemente. Bajó sus orejas
anticipando el reto del hombre. Pero el hombre se mantuvo en silencio. Más
tarde el perro aulló más fuerte. Aún más tarde se arrastró hasta el hombre y
advirtió el aliento de la muerte. Esto hizo que el perro se alertara y saltara
hacia atrás. Un poco después aulló bajó las estrellas que bailaban en el frio cielo.
Luego se volvió y trotó por la senda en dirección al campamento que conocía,
donde estaban los otros proveedores de fuego y comida… (Párrafos de Hacer un fuego, de Jack
London. Traducción propia.)Miners climb the Chilkoot Trail, 1898
Vocabulario
Chechaquo: Someone
new to Alaska or the Yukon; originally, a gold rush newcomer.
Frailty: The
condition quality of being frail, physically, mentally, or morally; weakness of
resolution; liability to be deceived or seduced.
God knows our frailty, [and] pities our
weakness.
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