miércoles, 21 de enero de 2015

El señor Howard

Del clásico australiano “Robbery Under Arms” de Rolf BoldreWood. A punto de ser colgado por sus actividades ilícitas éste preso recuerda su infancia en Australia, sus padres, la rectitud de su madre y un señor Howard, maestro de escuela, de buen corazón…

Entonces Lammerby, el encargado, aunque era un tipo codicioso y astuto, que compraba cosas que sabía que eran robadas, y prestaba dinero y vendía al doble del precio, no le gustaba pensar que sus hijos crecerían como ganado descarriado, rescató al viejo señor Howard, que había sido un amigo o una víctima en viejas épocas, cerca de Sydney, y lo había traído para hacerse cargo de la escuela.
Era un hombre curioso, este señor Howard. Lo que había sido o hecho ninguno de nosotros lo supo, pero encaró a uno de los granjeros que dijo algo contra él que nos demostró el carácter que tenía. Se paró recto y miró al hombre directo a la cara, y no parecía el hombre doblado y tembloroso que veíamos la mayoría de las veces. Vivía solo en una pequeña casa en el pueblo. Era apenas lo suficientemente grande para cobijarnos en nuestras lecciones. Cenaba en la posada junto al señor  y la señora Lammerby. Ella era siempre buena con él,  y le hacía budines y otras cosas cuando estaba enfermo. Frecuentemente se enfermaba, y entonces nos oía dar las lecciones en la cabecera.
No bebía nada excepto té. Solía fumar bastante de una pipa grande con figuras de mar en ella que nos mostraba cuando estaba de buen humor. Pero dos o tres veces al año solía dedicarse a beber por una semana, y entonces la enseñanza se suspendía hasta que estuviera sano. No pensamos mucho en eso. Pero todos, o casi todos, los que conocíamos hacían lo mismo -todo los hombres- y también algunas mujeres, excepto mamá. Ella no había tocado una gota del vino o de alcohol en su vida, y nunca lo hizo hasta el día de su muerte. Pensábamos en ello como si tuvieran un toque de fiebre o de insolación, o una costilla rota o algo. Se recuperarían en una semana o dos, y estarían bien otra vez.

De todos modos el pobre señor Howard no estaba siempre borracho.  Nunca tocaba una gota de nada, ni siquiera una cerveza, y nos mantenía al trote desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde, verano e invierno, por más de seis años. Entonces murió, el pobre viejo. Fue encontrado muerto en su cama una mañana. Muchos bastonazos nos dió a mi y a Jim con un viejo bastón de malacca que tenía con una perilla de plata en la punta. Estábamos todos bastante asustados de él. Nos decía a mí y a Jim y a los otros muchachos, 'es la mejor oportunidad que van a tener de hacerse hombres. Ustedes será granjeros o colonos ricos, quizás hasta magistrados, uno de estos días- eso si no los cuelgan. Son ustedes, quiero decir, ' él diría, señalándonos a mí y a Jim y a los Dalys; 'Creo que alguno de ustedes será colgado a menos que cambien mucho. Es la sangre fría y la mala sangre que corre por sus venas, y ciero día cometerán un delito. Es una cosa extraña, ' decía, como si hablara consigo mismo, 'que las muchachas son tan buenas, mientras que los muchachos nacen tan malvados, excepto un caso aquí y allí. Miren a Maria Darcy y Jane Lammerby, y a mi pequeña Aileen aquí. Desafío a cualquier aldea en Gran Bretaña a competir en abundancia de atractivo y refinamiento y de inteligencia naturales de estas pequeñas damiselas. Me asombra. '
the story of the kelly gang, 1906
The Story of the Kelly Gang, 1906
Bueno, el viejo murió repentinamente, como he dicho, y estábamos todos muy apesadumbrados, y la escuela cerró. Pero él nos había enseñado a todos a escribir bastante bien y a hacer las cuentas, a leer y a deletrear decentemente, y a saber un poco de geografía. No era mucho, pero lo qué sabíamos lo sabíamos bien. Y pienso a menudo en lo que decía. Ahora es demasiado tarde. Deberíamos haber aprovechado más a este hombre. Después de que la escuela cerrara papá nos dijo que ya sabíamos todo lo que teníamos que saber de los libros y que debíamos trabajar para vivir como cualquier persona. Siempre cumplimos nuestra parte de trabajar, y nuestras manos estaban encallecidas de usar el hacha y la pala, y ni que se diga de sostener el arado a toda hora, ayudando a papá a carnear y a marcar el ganado, y a muchas otras cosas, además de levantarnos cuando las estrellas todavía estaban en el cielo para ordeñar las vacas temprano, antes de que fuera hora de ir a la escuela… (Traducción de “Robbery Under Arms” de Rolf Boldrewood)

Vocabulario
Bastón de malacca: un bastón para caminar hecho del tallo de una palmera del este de India llamada ratán.
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