Madame de Renal trató de trabajar pero su mente
estaba en otro lado.
“¿Estaré enamorada de Julien?” se preguntaba.
Se entusiasmó cuando Julien entró con los niños. Su
marido hizo sus comentarios de siempre, a los que no prestó atención.
Siguiendo celosamente las costumbres de la corte M.
de Renal se trasladó a Vergy en la primavera. Había comprado un castillo, con
manzanos y nogales para aprovechar el fresco en los días de calor. Sin
consultar con su esposo Madame de Renal, con ayuda de Julien, supervisó el
trabajo de su gente de hacer una vereda para que sus hijos pasaran por allí sin
ensuciarse.
Pasaba sus días en la huerta, jugando con los chicos
y atrapando mariposas. Esto último servía a Julien para encontrar temas de
conversación. Conversaban incesantemente, aunque siempre de cosas inocentes.
Esta actividad convenía a todos menos a Elisa, quien
veía incrementada su actividad. “Ni aún en carnaval, en los bailes de
Verrieres, Madame se cambiaba tantas veces de vestidos. Ahora se cambia dos o
tres veces al día.”
Mulhouse, France |
Madame de Renal viajaba a comprar telas y elaborar
vestidos. Cuando no estaba con los niños y Julien estaba con Elisa pensando en
otros vestidos, telas y colores. Su viaje a Verrieres se debió al deseo de
comprar telas que habían llegado desde Mulhouse.
De regreso de su viaje de Vergy Madame de Renal
trajo a su prima Madame Derville, una inteligente dama, que había sido su
compañera de estudios en Sacre-Coeur. En su presencia Madame de Renal se
mostraba más abierta y se animaba a expresar más libremente sus pensamientos.
Juntas se reían y hacían bromas, algo que su esposo encontraba estúpido.
Julien, en tanto, en el campo, era libre y feliz.
Consideró a Madame Derville su amiga. Le mostró los paisajes que se destacaban
desde las montañas en los alrededores. Paisajes que recordaban las vistas desde
los lagos de Suiza o Italia.
Encontró tiempo para leer sus libros favoritos.
Durante la noche buscaba algún tiempo para leer, así como durante el día en los
recesos en los que no estaba con los niños. En los libros encontraba consuelo,
solución a sus cuestionamientos. No sentía, en aquel lugar, la presencia de
nadie que fuera su enemigo.
En una ocasión en las que el calor fuera más intenso
estos tres adultos se sentaron en la oscuridad. Julien hablaba sobre diversos
temas a las damas. Apoyó su mano en la silla de Madame de Renal y
accidentalmente tocó la mano de la dama. Madame de Renal retiró su mano. Julien
sintió que debía insistir en este contacto. Volvería a tratar de tomar su mano.
Al día siguiente Julien estaba distinto. No hablaba
o estaba en otro lugar. Madame de Renal lo observó y deseó que fuera como el
día anterior. Algo le pasaba. Sintió que empezaba a sentirse mal.
Al final del día los tres amigos volvieron a
sentarse tomando el fresco de la noche. Julien permanecía en silencio. En su
caso se debía al hecho que deseaba encontrar el coraje de tomar la mano de
Madame de Renal. Los minutos pasaban. La charla languidecía. Madame Derville
notó cierta indisposición en su prima. Sugirió que volvieran a la casa.
Madame de Renal sintió la mano de Julien sobre la
suya. “Estaré mejor con el aire fresco”. Ella se permitió sentir el amor, la
aventura. Julien volvió a mostrarse alegre y dirigió la conversación. Cuando
Madame de Renal debió levantarse para acomodar una maceta, volvió a ubicar su
mano entre las de Julien…
Adaptación propia, capítulos 8 y 9 de “The Red and
the Black”, de la traducción inglesa del francés de K. Scott Moncrieff (1889-1930).
Vocabulario destacado
Mulhouse: ciudad al este de Francia. Es famosa por
sus museos. El desarrollo de la ciudad fue estimulado por la industria textil
desde mediados del siglo 18.
Libro:
Rojo y Negro Autor:
Stendhal
Publicación:
1830
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