De paseo por el 5B
Esta es la oportunidad que estaban esperando todos
los turistas gasoleros, que no quieren gastar, en Salta para experimentar la
vida del salteño medio cuando tiene que viajar en ómnibus de casa al trabajo y
viceversa. No solo conocerá las delicias
de viajar como sardinas sino que experimentará baches, contaminación y olores
varios. Y todo por solo tres con veinticinco. Una ganga.
El viaje comienza en la parada de la Mitre, entre
Santiago y Gral. Güemes. Pleno centro de Salta. Si consigue asiento, pues los jóvenes
estarán distraídos con sus celulares o haciéndose los dormidos, podrá disfrutar
de la vista de la catedral, San Francisco y el parque San Martín.
En este recorrido comprobará que a los salteños nos
encanta andar a los bocinazos, puteadas, frenazos y cruces de semáforos en
rojo. Advertencia: agárrese fuerte porque el chofer apretará el freno a fondo y
acelerará como si fuera Carlos Reuteman tratando de llegar primero en Monza.
El parque San Martín ofrecerá a la vista a nuestros
típicos choripaneros, pancheros, vendedores de artesanías, saca fotos, gitanos
adivinadores y emprendedores diversos. Todos mezclados con sujetos de diversa
calaña y de aspecto poco amigable. ¿Mercado persa? Sí. ¿Verde, jardines, flores
y fuentes hermosas? No.
Ya en la avenida Paraguay disfrutaremos de la habilidad
del chofer para esquivar vehículos, competir con una Toyota Hilux, cruzar de
carril y deslizarse por izquierda, derecha o el centro. Más o menos como un
Rápido y Furioso en un móvil Puma con sesenta o setenta personas agarradas de
donde pueden. Pero no se preocupe. Esto pasa todos los días y a toda hora y ya
estamos acostumbrados.
Ya casi llegando al Barrio San Carlos disfrute de
los baldíos que nadie sabe para qué están allí o de quien son. Y que están más
feos y solitarios que un desierto de Gobi. Aquí preste atención pues siguiendo
éste baldío está un feria de ropa usada con precios súper competitivos. Oportunidad
para caminar por sus pasillos y comprar zapatos viejos y lencería igual. Eso sí,
no pida factura. ¿Para qué? El turista viene para ver nuestro paisaje y no
llevar la contabilidad.
Finalmente, y sin que signifique un desmedro para ningún
intendente, podrá experimentar los diversos baches, agujeros y pozos que
adornan nuestras calles en el centro y los barrios. Ellos constituyen una
herencia tradicional tan viejos como los monumentos que adornan toda nuestra ciudad.
Me olvidaba. También tendrá la oportunidad de gozar
de los carteles, posters y pegotes en nuestras paredes y tirados en el piso al
arbitrio del viento. Allí estarán todos los candidatos a presidentes,
diputados, parlasur (?) y demás yerbas. Todos prometerán el cielo en la tierra
y jamás de los jamases cumplirán. Pero eso ya lo sabemos y será una novedad
solo para nuestros amables turistas.
Advertencia dos: si estando parado en el ómnibus
alguien le respira en la nuca y siente un olor nauseabundo no se alarme. Solo es
alguien que está coqueando y cree que
las hojas de coca son mentitas para perfumar.
En serio: lo de Salta la Linda fue hace años. Muchos,
muchos años.
Bienvenidos todos los comentarios y críticas.
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