Arnita, una hermosa joven de diecinueve años, lee un
libro mientras disfruta de la calma del mar a bordo de un barco. Es caprichosa
y se niega a recibir al joven Moreland, un joven que pretende ganar su corazón.
De la pluma de F. Scott Fitzgerald unos párrafos de The Offshore
Pirate (El pirata de alta mar)...
"No", dijo
Ardita en pocas palabras. Vine en este maldito crucero con la idea de ir a Palm
Beach, y tu lo sabías, y me rehúso absolutamente a encontrarme con cualquier
maldito viejo o con cualquier maldito joven Toby o con cualquier maldito viejo
o joven o poner el pie en cualquier otra maldita vieja ciudad en este loco
estado. Entonces o me llevas a Palm Beach o cierras tu boca y te vas".
"Muy bien. Ésta es la última ofensa. En tu enamoramiento por este
hombre, un hombre que es notorio por sus excesos, un hombre al que tu padre no
habría permitido que mencionara tu nombre, has rechazado los círculos en los
cuales te has criado. De ahora en adelante...”
"Ya lo sé", interrumpió Ardita irónicamente, "de ahora en
adelante tu vas por tu lado y yo por el mío. He oído esa historia antes. Sabes
que no quisiera nada mejor".
"De ahora en adelante", anunció grandilocuentemente, no eres
mi sobrina. "Yo..."
"¡O-o-o-oh!"
El grito salió de Ardita con la agonía de un alma perdida. "¡Me vas a
dejar de aburrir! ¡Vete! ¡Por qué no saltas y te ahogas! ¿Quieres que te lance
este libro?"
"¡Atrévete!"
¡Smack! "La rebelión de los
ángeles" voló por el aire, falló en el blanco por media nariz, y rebotó
alegremente por la escalera del puente.
El canoso hombre dio un paso instintivamente hacia atrás y después dos
pasos cautelosamente hacia adelante. Ardita saltó sobre sus pies y lo miró
desafiante. Sus ojos grises ardían.
"¡Cómo te
atreves!" gritó.
"¡Porque me place!"
"¡Estás
insoportable! Tu conducta... "
"¡Tú me
hiciste así! ¡Ningún chico tiene una mala conducta a menos que sea culpa de su
imaginación! Lo que soy, es por tu culpa".
Murmurando algo su tío se dio vuelta y, caminando hacia adelante, anunció
el almuerzo. Luego volvió al toldo, donde Ardita se había sentado y había
vuelto otra vez su atención al limón.
"Voy a tierra", dijo lentamente. "Estaré fuera hasta las
nueve esta noche. Cuando vuelva retornamos a Nueva York, donde te devolveré a
tu tía por el resto de tu natural, o más bien no natural, vida". Se detuvo
brevemente y la miró, y, entonces, algo en la niñez de su belleza pareció
disminuir su cólera como un neumático inflado, y lo dejó desamparado, incierto,
completamente fatuo.
"Ardita", dijo algo cariñoso, "no soy ningún tonto. He
vivido. Conozco a los hombres. Y, niña, los libertinos confirmados no se
reforman hasta que se cansan, y entonces no son ellos mismos, son cáscaras de
sí mismos". La miró como si esperara su acuerdo, pero al no recibir
ninguna respuesta continuó. "Quizás el hombre te ame, es posible. Él amó a
muchas mujeres y amará a muchas más. Hace menos de un mes, Ardita, él estuvo
implicado en un notorio romance con esa mujer pelirroja, Mimi Merril. Le
prometió un brazalete de diamante que el zar de Rusia le diera a su madre. Tu
sabes, leíste los diarios".
"Emocionantes
escándalos de un tío ansioso", Ardita bostezó. "Hazlo filmar. Travieso
hombre ridiculizando a niña virtuosa. Niña virtuosa concluyentemente seducida
por su pasado espeluznante. Planea encontrarse con él en Palm Beach. Frustrada
por ansioso tío".
"¿Me dirás por qué diablos quieres casarte con él?"
"Estoy segura que no podría decirlo", dijo en pocas palabras.
"Quizás porque es el único hombre que conozco, bueno o malo, que tiene una
imaginación y el valor de sus convicciones. Tal vez para escapar de los jóvenes
tontos que pasan sus horas vacías persiguiéndome alrededor del país. Pero en
cuanto a la famosa pulsera rusa, puedes descansar respecto a eso. Me la va a
dar en Palm Beach, si demuestras una poca de inteligencia".
"¿Y qué de la pelirroja?"
"No la ha visto por seis meses", dijo ella airadamente.
"¿No supones que tengo bastante orgullo para ver eso? ¿No sabes que puedo
hacer cualquier maldita cosa con cualquier maldito hombre que desee?"
(Traducción del ingles de The Offshore Pirate, de F. Scott Fitzgerald)
Un hermoso
cuento para compartir en clase o leer en el jardín en estas calurosas tardes de
Salta.
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