domingo, 19 de enero de 2014

Una Nueva Vida

Cuando cumplí los diecisiete años papá consideró necesario que aprendiera otras cosas y se decidió que estudiaría en la universidad de Ingolstadt. Sin embargo, un acontecimiento cruel demoró mi partida. Elizabeth se enfermó, contrayendo fiebre escarlata. Su salud pareció debilitarse. Mamá, al escuchar que su querida hija peligraba, decidió vigilar su enfermedad junto a su cama por horas, a pesar de los consejos de quienes le advertían sobre los peligros del contagio. Así, al tiempo, Elizabeth recuperó su salud, pero mamá contrajo la fiebre. Uno de sus últimos deseos en su lecho de muerte fue que Elizabeth y yo contrajéramos matrimonio y que Elizabeth ocupara su lugar en la familia.

Demás está decir cuánto sentimos la muerte de mamá. En un momento parecía parte de nuestra rutina diaria y al siguiente había desaparecido de nuestra existencia para siempre.
manuscript, Mary Shelley
Manuscripto de Mary Shelley
Elizabeth actuó como se le había solicitado. Trató de hacer más pasadera nuestra pena, ocultando su sufrimiento, y pensando en todo momento en como aliviar el sufrimiento de su tío y primo.
Algunas semanas pasaron antes de hablar sobre el viaje a Ingolstadt. Henry solicitó permiso a su padre para acompañarme y estudiar en la misma universidad, pero su padre, un comerciante cerrado, consideró que ese tipo de estudios era una pérdida de tiempo. Henry no podía ocultar su desilusión de no poder completar una educación liberal.
El viaje a Ingolstadt fue largo y cansador. Tuve tiempo de pensar sobre mi vida. Había estado recluido del mundo. Mis únicos contactos habían sido Elizabeth y Henry, sin embargo había soñado con encontrar otra educación que pudiera llenar mis frustraciones. Si bien estaba triste por la partida también estaba contento de poder incorporar nuevos conocimientos.
Al llegar a la universidad presenté mis papeles. El profesor Krempe, unos de mis maestros, quiso saber sobre mi educación. Le comenté sobre los maestros que había estudiado. Me contestó que tendría que comenzar de nuevo, que esos autores habían sido olvidados hacía mucho tiempo, enterrados por el nuevo conocimiento de la época. Finalmente me dio una lista de libros que debía conseguir.
Otro profesor, el maestro Waldman, expuso sobre la futilidad de las investigaciones de los antiguos químicos. De la inutilidad de la búsqueda de la trasmutación de los metales en oro y de las falsas promesas.
Durante la noche, cuando apoyé la cabeza en la cama, mis ideas parecían deslizarse en mi cabeza sin orden. Supuse que más adelante se aclararían pero por el momento me costó dormir.
Los primeros días en la universidad empezaron con el conocimiento del lugar y la búsqueda de los elementos necesarios para mis estudios. Aún con el profesor Krempe, que se presentaba como odioso, avancé en el conocimiento científico. El profesor Waldman se convirtió en amigo facilitándome el estudio. Al comienzo mi estudio fue errático pero con el tiempo pude concentrarme totalmente de manera que muchas veces el sol me encontró entre los libros tratando de descifrar las teorías de los maestros.
Mis esfuerzos se vieron recompensados cuando empecé a realizar rápidos avances que mis maestros y compañeros reconocieron. Habían pasado dos años desde mi partida de Ginebra y en ese momento consideré regresar a mi hogar y a mis afectos. No me parecía avanzar mucho más en mis estudios pero fue en ese momento que algo sucedió que modificó cualquier otro plan que hubiera realizado… (Capítulos 3 y 4, adaptación del original ingles)

Vocabulario
Ingolstadt: la universidad de Ingolstadt fue fundada en 1472 por Louis the Rich, duque de Bavaria. Consistía en cinco facultades: humanidades, ciencias, teología, leyes y medicina. Tuvo como modelo a la universidad de Viena y su principal objetivo fue la propagación de la fe cristiana. Se cerró en 1800 por orden de Maximiliano IV

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