James Fenimore Cooper
(1789-1851) fue un prolífico escritor de principios del siglo XIX. Sus
historias románticas sobre la vida en la frontera y los indios en los
primeros tiempos de las colonias americanas crearon una literatura única. Una
de sus novelas más recordadas es “The Last of the Mohicans.”
James nació en Burlington, New Jersey. Hijo de William y Susan fue el onceavo hijo, de doce,
muchos de los cuales murieron a temprana edad. Luego de vivir en New Jersey los
Cooper se mudaron a Cooperstown, New York, una comunidad fundada por el padre
de James, quien había sido congresista. La casa que habitaban estaba al borde
del Lago Otsego, un área del centro de New York, rodeada por los indios
Iroquois.
A la edad de trece años Cooper ingresó en Yale pero,
después de participar de una broma en la que hicieron volar la puerta de un
compañero de estudios, fue expulsado en su tercer año sin llegar a completar
sus estudios. En 1807 Cooper, de diecisiete años, se unió a un barco mercante.
Para 1811 ya era oficial de la naciente armada norteamericana.
A los veinte Cooper heredó una fortuna de sus
padres. En 1811, a los veintiún años se casó con Susan Augusta de Lancey, hija
de una familia adinerada que había permanecido leal a Gran Bretaña durante la
revolución americana. Tuvieron siete hijos. Su hija, Susan Fenimore Cooper, fue
escritora de la naturaleza y activista por el voto femenino. Ella y su papá
frecuentemente editaron sus respectivos trabajos. Paul Fenimore Cooper,
escritor del siglo XX, fue bisnieto de James.
La obra de Cooper, muy popular en el siglo XIX, fue
admirada por todo el mundo. En su lecho de muerte el compositor austríaco Franz
Schubert solo quería leer las novelas de Cooper. El francés Honoré de Balzac lo
admiraba enormemente. Henry David Thoreau, mientras estaba en Harvard,
incorporó algo del estilo de Cooper en su trabajo.
Por el contrario Mark Twain es altamente crítico del
trabajo de Cooper:
“Me parece ofensivo que el profesor de literatura
inglesa de Yale, el profesor de literatura inglesa de Columbia y Wilkie Collins
den sus opiniones sobre el trabajo literario de Cooper sin haberlo leído. Me parecería más decoroso guardar silencio y
dejar a las personas que leyeron a Cooper hablar sobre el tema.
En un lugar en “Deerslayer” Cooper comete 114 ofensas contra la literatura
de los 115 posibles. Bate el record.
Hay diecinueve reglas que gobiernan el arte de la literatura en lo que
hace a la ficción romántica, algunos señalan veintidós. En “Deerslayer” Cooper violó dieciocho de
ellos. Estas dieciocho reglas requieren:
1. Que una historia logre algo y llegue a algún lugar. “Deerslayer” no
logra nada y llega a ningún lugar…”
Como todo trabajo que se presenta al público, incluido este blog, es sujeto
a crítica, constructiva o no. Algunos estarán de acuerdo con el trabajo u obra
de arte, otros encontrarán el resultado malo o de mal gusto. De todos modos, como dice Mark Twain en su crítica, para juzgar algo primero hay que leerlo,
reflexionar sobre él y luego emitir una opinión.
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