Sense and Sensibility, título original en inglés,
también conocida como Sensatez y sentimientos, es una novela de la escritora
británica Jane Austen publicada en 1811. Fue la primera de las novelas de
Austen en ser publicadas, bajo el seudónimo de "A Lady" (una dama).
Ha sido adaptada para el cine y la televisión numerosas veces, destacando la
versión de Ang Lee en 1995.
Las protagonistas son las hermanas Elinor y Marianne
Dashwood, que viven con su madre, la señora Dashwood, y su hermana menor,
Margaret. Después de la muerte de su padre el patrimonio familiar pasa a su
medio hermano, John Dashwood, único descendiente masculino e hijo de un primer
matrimonio; la familia queda con casi nada y se muda a una casita en el campo
que les ofrece un pariente. La novela sigue a las hermanas Dashwood a su nuevo
hogar, donde experimentan tanto el romance como una desilusión amorosa. Allí
conocen a tres hombres: Edward Ferrars, Willoughby y al Coronel Brandon.
Elinor y Marianne tienen temperamentos opuestos.
Tradicionalmente, se ha considerado que Elinor, la mayor, con 19 años,
representa el "sentido" (razón) del título y Marianne, que tiene 17,
representa la "sensibilidad" (emoción). Sin embargo, este punto de
vista es muy limitado. Un examen detallado de la novela permite ver en cada
hermana diferentes aspectos de cada uno de estos rasgos.
El contraste entre los caracteres de las hermanas se
resuelve finalmente cuando cada una de ellas encuentra el amor y una felicidad
duradera.
Sense and Sensibility
Capítulo 1
La familia Dashwood llevaba largo tiempo afincada en
Sussex. Su propiedad era grande, y en el centro de ella se encontraba la
residencia, Norland Park, donde la manera tan digna en que habían vivido por
muchas generaciones llegó a granjearles el respeto de todos los conocidos del
lugar. El último dueño de esta propiedad había sido un hombre soltero, que
alcanzó una muy avanzada edad, y que durante gran parte de su existencia tuvo
en su hermana una fiel compañera y ama de casa. Pero la muerte de ella,
ocurrida diez años antes que la suya, produjo grandes alteraciones en su hogar.
Para compensar tal pérdida, invitó y recibió en su casa a la familia de su
sobrino, el señor Henry Dashwood, el legítimo heredero de la finca Norland y la
persona a quien se proponía dejarla en su testamento. En compañía de su sobrino
y sobrina, y de los hijos de ambos, la vida transcurrió confortablemente para
el anciano caballero. Su apego a todos ellos fue creciendo con el “tiempo. La
constante atención que el señor Henry Dashwood y su esposa prestaban a sus
deseos, nacida no del mero interés sino de la bondad de sus corazones, hizo su
vida confortable en todo aquello que, por su edad, podía convenirle; y la
alegría de los niños añadía nuevos deleites a su existencia. De un matrimonio
anterior, el señor Henry Dashwood tenía un hijo; y de su esposa actual, tres
hijas. El hijo, un joven serio y respetable, tenía el futuro asegurado por la fortuna
de su madre, que era cuantiosa, y de cuya mitad había entrado en posesión al cumplir
su mayoría de edad. Además, su propio matrimonio, ocurrido poco después, lo hizo
más rico aún. Para él, entonces, el legado de la finca Norland no era en verdad
tan importante como para sus hermanas; pues ellas, independientemente de lo que
pudiera llegarles si su padre heredaba esa propiedad, eran de fortuna que no
puede considerarse sino escasa. Su madre no tenía nada, y el padre sólo podía
disponer de siete mil libras, porque de la restante mitad de la fortuna de su
primera esposa también era beneficiario el hijo, y él sólo tenía derecho al
usufructo de ese patrimonio mientras viviera.
Murió el anciano caballero, se leyó su testamento y,
como casi todos los testamentos, éste dio por igual desilusiones y alegrías. En
su última voluntad no fue ni tan injusto ni tan desagradecido como para privar
a su sobrino de las tierras, pero se las dejó en términos tales que destruían
la mitad del valor del legado. El señor Dashwood había deseado esas propiedades
más por el bienestar de su esposa e hijas que para sí mismo y su hijo; sin
embargo, la herencia estaba asignada a su hijo, y al hijo de éste, un niño de cuatro
años, de tal manera que a él le quitaban toda posibilidad de velar por aquellos
que más caros le eran y que más necesitaban de apoyo, ya sea a través de un
eventual gravamen sobre las propiedades o la venta de sus valiosos bosques. Se
habían tomado las provisiones necesarias para asegurar que todo fuera en
beneficio de este niño, el cual, en sus ocasionales visitas a Norland con su
padre y su madre, había conquistado el afecto de su tío con aquellos rasgos
seductores que no suelen escasear en los niños de dos o tres años: una
pronunciación imperfecta, el inquebrantable deseo de hacer siempre su voluntad,
incontables jugarretas y artimañas y ruido por montones, gracias que finalmente
terminaron por desplazar el valor de todas las atenciones que, durante años, había
recibido el caballero de su sobrina y de las hijas de ésta. No era su
intención, sin embargo, faltar a la bondad, y como señal de su afecto por las
tres niñas le dejó mil libras a cada una.
En un comienzo la desilusión del señor Dashwood fue
profunda; pero era de temperamento alegre y confiado; razonablemente podía
esperar vivir muchos años y, haciéndolo de manera sobria, ahorrar una suma
considerable de la renta de una propiedad ya de buen tamaño, y capaz de casi
inmediato incremento. Pero la fortuna, que había tardado tanto en llegar, fue
suya durante sólo un año. No fue más lo que sobrevivió a su tío, y diez mil
libras, incluidos los últimos legados, fue todo lo que quedó para su viuda e hijas…
Fuentes
Wikipedia. The Free
Encyclopedia
Project Gutenberg
(in English)
En
Internet
Libri Vox: Sense and Sensibility (audio in English)
Grade Saver
(summaries and analysis)
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