Arnita, una hermosa joven de diecinueve años, lee un
libro mientras disfruta de la calma del mar a bordo de un barco. Es caprichosa
y se niega a recibir al joven Moreland, un joven que pretende ganar su corazón.
De la pluma de F. Scott Fitzgerald unos párrafos de The Offshore
Pirate (El pirata de alta mar)...
"No", dijo
Ardita en pocas palabras. Vine en este maldito crucero con la idea de ir a Palm
Beach, y tu lo sabías, y me rehúso absolutamente a encontrarme con cualquier
maldito viejo o con cualquier maldito joven Toby o con cualquier maldito viejo
o joven o poner el pie en cualquier otra maldita vieja ciudad en este loco
estado. Entonces o me llevas a Palm Beach o cierras tu boca y te vas".
"Muy bien. Ésta es la última ofensa. En tu enamoramiento por este
hombre, un hombre que es notorio por sus excesos, un hombre al que tu padre no
habría permitido que mencionara tu nombre, has rechazado los círculos en los
cuales te has criado. De ahora en adelante...”
"Ya lo sé", interrumpió Ardita irónicamente, "de ahora en
adelante tu vas por tu lado y yo por el mío. He oído esa historia antes. Sabes
que no quisiera nada mejor".
"De ahora en adelante", anunció grandilocuentemente, no eres
mi sobrina. "Yo..."
"¡O-o-o-oh!"
El grito salió de Ardita con la agonía de un alma perdida. "¡Me vas a
dejar de aburrir! ¡Vete! ¡Por qué no saltas y te ahogas! ¿Quieres que te lance
este libro?"
"¡Atrévete!"
¡Smack! "La rebelión de los
ángeles" voló por el aire, falló en el blanco por media nariz, y rebotó
alegremente por la escalera del puente.
El canoso hombre dio un paso instintivamente hacia atrás y después dos
pasos cautelosamente hacia adelante. Ardita saltó sobre sus pies y lo miró
desafiante. Sus ojos grises ardían.